LA TELARAÑA: (In)oportunidad de un traslado

sábado, julio 17

(In)oportunidad de un traslado

La respuesta al debate los sábados en El Mundo: ¿Cree que el traslado del delegado de Hacienda en Baleares se debe a las exigencias de Munar?



Sí. En la última película sobre Sherlock Holmes –un arriesgado e infiel, pero vigoroso y efectista, ejercicio de funambulismo visual protagonizado por Robert Downey Jr. y Jude Law- la realidad se descompone, a cada instante, entre los efectos especiales de la memoria y los de la imaginación. Lo que vemos es también lo que no vemos y hasta lo que creemos ver. Las imágenes, así, se suceden en nuestras retinas desafiando las leyes naturales de la gravedad, la inercia y el tiempo, acelerándose a la velocidad del vértigo, cuando les place, o quedando, de repente, como suspendidas y paralizadas en mitad del aire, sin más explicación que la indefinible vorágine de un espejismo intentando ajustarse al guión, más o menos razonable, de los hechos y a la necesaria trama de la verdad, esa curiosa síntesis que tanto nos reconforta, aunque sospechemos –y esa certeza nos duela- que no existe. No, al menos, de manera única o irrefutable. Inequívoca.

Este preámbulo –que deseamos enmarcado en una nube, quizá victoriana, pero más actual que nunca, de crímenes y delitos, de policías y delincuentes, de detectives, jueces y fiscales, de pipas de opio y también de humeantes pesadillas- nos ha permitido acercarnos a la realidad como si fuera ficción y viceversa. No hay otra forma de acercarse a la realidad. No, desde luego, cuando los delitos a investigar requieren abrirla en canal y desbrozar hasta sus entrañas. No, sobre todo, cuando las tramas subterráneas de la corrupción han esparcido su podredumbre hasta la propia médula de las cosas y la infección es ya un nauseabundo tumor, quizá incurable, pero aún, o eso queremos creer, extirpable.

Llegamos, pues, al sospechoso e inoportuno traslado de Raúl Burillo, pieza clave y determinante, demoledora, contra la corrupción en las Islas, desde su privilegiada, pero peligrosa, atalaya en la Delegación de Hacienda, hacia no se sabe dónde. Quizá a más altas misiones. O quizá al destierro. Mientras tanto, supongo que Munar –y toda su banda y todas las otras bandas que no son la suya, aunque, a veces, las confundamos, porque todas las bandas acaban siendo, siempre, la misma banda- respirará, al fin, un poco más tranquila. Está bien. Que apure todo el oxígeno que quede entre la grava y el carbón como entre la mansedumbre de unos y el peaje servil de otros. Que respire lo que pueda, mientras pueda. No se lo tendremos en cuenta.

Etiquetas:

1 Comments:

Blogger Franck said...

Hola soy administrador de una red de blogs estuve visitando tu página http://jplanas.blogspot.com/ y me pareció muy interesante. Me encantaría que pudiéramos intercambiar links y de esta forma ambos nos ayudamos a difundir nuestros páginas.
Si lo deseas no dudes en escribirme.
Exitos con tu blog.

saludos

Paulo Jose
contacto: paulojose0805@hotmail.com

20 de julio de 2010, 19:33  

Publicar un comentario

<< Home