LA TELARAÑA: Entrevista en U.H.

domingo, octubre 19

Entrevista en U.H.

 Juan Planas: «Un buen diluvio nos vendría la mar de bien; lo necesitamos»




El poeta Juan Planas ha configurado un recorrido vital en el que sus escritos son hitos de su propia vida. Eso es su proyecto Biografía del deseo, del cual llega esta nueva entrega, Muerte por agua, en el que un gran diluvio amenaza a un grupo de ángeles que, cabizbajos, aguardan a un fin mientras repasan y recuerdan todo lo que les precede, los momentos que han vivido, disfrutado y la belleza que han visto.

Este libro se enmarca dentro de un proyecto que arrancó hace un año el propio Planas y que edita él mismo. La intención es que sus «nuevos poemas vayan viendo la luz al mismo ritmo con que los voy creando sin tener que atender a las insalvables demoras del sistema editorial o de las necesidades del mercado». Se trata, pues, de una apuesta personal con un fuerte componente íntimo, y romantiza Planas con la idea de que «ocuparán en el imaginario de mi biblioteca un último estante iniciático, semioculto, íntimo y muy personal».

Por otro lado, en este volumen concreto, explica el autor que ha querido expresar «que la sensación que se obtiene al observar el mundo, al convertirlo en objeto poético» es «una mezcla de muchas sensaciones a caballo entre el éxito y el fracaso, el olvido y la memoria, el deseo y la necesidad o el placer y el dolor».

Su posicionamiento vital a la hora de escribir no ha sido otro que el de utilizar la fábula del diluvio universal para «ilustrar el fin de una civilización que, por desgracia, está más predispuesta a repetir sus errores eterna y cíclicamente que a otra cosa». La idea del diluvio, en este contexto de fin de fiesta del planeta y la humanidad, llega como una suerte de reacción ante el estado del mundo, como una recreación de lo que debería ser destruido, pero Planas afirma que «para crear hay que destruir, pero solo destruyendo no se crea nada. El Padre es destructor y esa misma destrucción acontece en nuestra propia historia cotidiana. Sumamos guerras mundiales y locales, cruzadas sangrientas, muertes inocentes, injusticias atroces y todo ello sucede de un modo aparentemente natural, sin apenas razones de peso ni motivos, sin explicaciones ni justificaciones morales. Está claro que un buen diluvio nos vendría la mar de bien, es obvio que lo necesitamos».

Es obvia, pues, la interpretación que Planas hace de nosotros, los humanos: «Somos seres violentos», no obstante no se decanta por una suerte de diluvio que masacre, sino que arramble con «la mentira, la vulgaridad y el ruido de las redes sociales y demás perversiones derivadas de considerar la información como equivalente del conocimiento», señala.

El pesimismo está en el aire, pero Planas no se muestra ni pesimista ni optimista, y simplemente indica que «no hay nada que esperar, salvo dejarnos llevar por el discurso de nuestra conciencia al observar el mundo, al sentir el milagro de estar vivos». Y concluye que, atrapado en el «silogismo» de no dejar de escribir nunca, ni siquiera cuando no escribe, Planas concluye que el agua, que da muerte en su poemario, es «creación, destrucción, purificación, movimiento, cambio. En realidad, somos tanta cantidad de agua que lo que debería preocuparnos es lo que no es agua en nosotros».