A la intemperie en Última Hora
La entrevista en UH.
Este es el cuestionario completo de la entrevista.
- En la breve biografía que aparece en la solapa del libro
se comenta que Juan Planas es ''exiliado voluntario del bullicio del mundillo
poético y su ruido'', ¿a qué clase de exilio se refiere?
Por lo que me concierne, más allá de exilios exteriores o
interiores, voluntarios o forzados, siempre me he mantenido al margen de las
numerosas sectas culturales, políticas, económicas y, sobre todo, lingüísticas
que tanto abundan en nuestro maravilloso y privilegiado entorno. Me he dedicado
a realizar mi obra lo mejor que he sabido y podido.
- El título, A la intemperie, implica necesariamente un
'estar' en ella o, al menos, un temer estarlo, ¿dónde o qué está/es esa
''intemperie'' de la que habla?
Pájaros en el alambre, se llamó en algún momento este
libro, pero sí, en efecto, estamos a la intemperie, que es donde descargan las
tormentas con mayor crudeza, y es por eso que buscamos, en ocasiones, algún
refugio, algún nido donde cobijarnos. A veces lo hallamos en la voz de la
propia conciencia, en su discurso, que nos distingue como seres humanos, a
veces en el amor, el placer, el arte, la amistad o incluso en la familia...
Hablo de algunos de esos refugios en este libro.
- La idea del viaje está presente en la obra, un viaje sin
retorno, con un final por todos conocidos, pero, al mismo tiempo, oculto a
todos hasta el último paso. ¿Cómo ve el poeta que es Juan Planas en su momento
vital actual ese viaje?
El viaje lo es todo, porque no vamos a llegar a ninguna
parte. El principio y el final, además, sólo quedan grabados en la memoria de
los otros, pero no en la nuestra. No vamos a llegar siquiera a ser quienes
somos, como ya imploraba Píndaro.
No, los recuerdos son sólo las ilustraciones con las que construimos
un discurso que dura lo que la vida, ni un segundo más. Mira, la religión
católica nos descubrió una curiosa trilogía: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pues
otra trilogía no menos espectacular parece constituirnos: Conciencia, Espacio y
Tiempo; es decir, pensamiento, cuerpo y tiempo. No es lo mismo, pero por ahí,
en busca de algún equilibrio a tres bandas, andamos. A tientas desde luego.
Más o menos son la BSO de mi vida… ya los citaba, entre
otros, en Las piedras del águila y aquí vuelven con algunas canciones para acomodar
su ritmo entre mis versos. Pero vienen sólo de teloneros, por supuesto.
- Se aprecia, en general, un cierto tono de pesimismo, de
decadencia (no del autor, sino del contexto). ¿Es un sentimiento compartido por
el autor? ¿Es algo buscado en la escritura o un resultado de la misma?
Como digo en algún
poema, vivir es una decisión moral o un simple acto físico. Tal vez, ambas
cosas… El viaje consiste en ir lo más lejos posible. Bien, pues dada esta
situación no puedo ser optimista ni pesimista. No procede lo uno ni lo otro.
Mejor asumir que simplemente avanzamos hacia el abismo y luego punto final.
Quejarse sería absurdo.
- En el libro también hay muchas dudas sobre uno mismo,
sobre el mundo, sobre la experiencia vital, y pocas certezas, ¿es algo
inherente al poeta, como lo es para el filósofo?
Sí, lo es, al
menos en mi caso. Pienso que interrogantes, vacilaciones, esperanzas,
decepciones, hallazgos, pérdidas, aciertos, errores, éxitos y desastres varios
son nuestro bagaje y hay que cuidarlo como si fuera nuestro. Igual algún día
descubrimos que lo es.
- Y, por último, relacionado con lo anterior, ¿qué le parece
más inoportuno o incluso peligroso: una poesía que ofrece respuestas o una que
no halla las preguntas?
La idea de encontrar respuestas válidas a las preguntas
que nos hacemos y la posibilidad de satisfacernos con ellas resulta desmesuradamente
pueril. La poesía no es ningún manual de autoayuda, sino una forma, una más entre
otras muchas, de intentar llegar a formular las preguntas correctas. No es
fácil, pero ahí radica el auténtico Eureka de la existencia.
Etiquetas: Creación, Literatura, Relatos, Varios
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