LA TELARAÑA

domingo, marzo 2

Apuntes para la destrucción dialéctica del lenguaje

Me sorprende ser capaz de amar. Me sorprende, una y otra vez, vivir la repetición de la misma historia... ¿La misma? No. Afortunadamente nunca es la misma. Los sentimientos cambian con la vida y con el paso, en ocasiones apresurado, a veces agónico, siempre turbulento, de los días. Nacen, se desarrollan, se consolidan y hasta menguan si las cosas van mal dadas... Los sentimientos viven de un alimento cotidiano, que sin duda necesitan.

Con los afectos, sin embargo, no sucede lo mismo... Tienden a refugiarse fuera del tiempo, alejados de la telaraña, inmunes a lo anecdótico, firmes en esa extraña parcela del lenguaje que llamamos memoria. Los afectos sobreviven incluso a la muerte de los sentimientos, que es parte importante en la abolición del lenguaje. Pertenecen al reino del silencio y las sonrisas cómplices. Por eso me interesan: son irracionales, aunque no lo parezcan. Por supuesto...

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