LA TELARAÑA: tríptico

miércoles, enero 11

tríptico



1


Cada día me resulta menos digestivo opinar sobre la actualidad en la que, sin embargo, los políticos parecen moverse como peces en el agua. Me asombra verlos, tan ágiles, con sus ruedas de molino al cuello, sobrevolando las arenas movedizas, sin atascarse en los lodazales ni mancharse siquiera, qué menos, de rojo vergüenza, ante la luz y los taquígrafos, la historia contada y repetida de sus acciones. Me asombra ver cómo no se atascan en los lodazales o cómo se pueden permitir la desfachatez, por ejemplo, de llamar gestión transparente a lo que no es sino una continuada lección de amiguismo. [Estoy hablando de María Antonia Munar, claro ]

Quizá se refiera la presidenta del prescindible Consell Insular de Mallorca a que no intenta ocultar el amiguismo sino promocionarlo a la vista de todos. Bueno, eso no es nada nuevo en el panorama español; lo mismo lleva haciendo desde bastante tiempo ya, el peliculero Santiago Segura y no tiene problemas en que hasta el ministerio de cultura le subvencione su Torrente 3. Cosas así demuestran para qué sirve un ministerio de cultura.


2


No voy a hablar de Mena. No me apetece perderme en digresiones inútiles. Tampoco sé si hay más peligro de golpe militar que de golpe político... Allá cada golpista con su preferencias.


3


Las entregas de premios son lugares peligrosos. Pero no siempre. Hace unos meses Agustín Fernández Mallo, Andrés Isern, Román Piña y yo mismo nos confabulamos, como jurados del Premio Literario Café Món, para otorgárselo al libro “El señor Donhostia” del joven madrileño, Carlos R. Pavón. La primera noticia es que el libro estará dentro de unos días en las librerías. Se trata de una obra de corte experimental que merodea los complejos límites del aforismo, la biografía y la novela, para acabar sumergiéndonos en un discurso libre, de compleja adscripción ideológica. Me gustan esos lugares donde nada es lo que parece y los prejuicios del lector acaban estrellándose contra los rompientes imprevistos del buen humor, la provocación calculada y el uso saludable de la ironía. La segunda noticia es que a ningún miembro del jurado le dio por denostar las rarezas de estilo del autor ni, ya puestos, tampoco se criticó a la prensa cultural del país por la previsible poca atención que le prestará. Nos bastó con dejar constancia del ejemplar y generoso patrocinio cultural que un palmesano café restaurante como el Café Món está realizando. Ya está convocada la edición del premio para el 2006.

Maragall, sin embargo, ha utilizado la presentación del Premio de Periodismo Vázquez Montalbán para quejarse agriamente del periodismo “de excesos y manipulación”. Se debía de referir, simplemente, al periodismo de opinión, pero le confunde la pasión por los eufemismos. Ignoro si algún periodista tuvo la rapidez de reflejos necesaria para preguntarle sobre quién nos protege a nosotros de su política de excesos. Lástima de ocasión perdida.

A María Antònia Munar le falló la entrega del Premi Mallorca pero encontró la manera de teledirigir su dotación en ayuda a la lectura. Pero no a la lectura libre, sino sólo a la lectura de libros en catalán. A este paso, pronto encontraremos propaganda de Unió Mallorquina en la afamada web nazi.org donde todavía ondea la protestada imagen del PNV, entre otras formaciones nacionalistas de indudable lustre, como The Black Panthers. Qué asco.


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