Dejo hoy un breve e insignificante fragmento de Los Pliegues Ocultos. Estoy trabajando las galeradas... no es trabajo, sino placer.
—Todo empieza con un vagido.
[ Sin duda llegará el momento de abandonar tu piel y perseguir los indicios de la luz por entre las grietas del vidrio. No podré avisarte. Olvidarás mi aliento y mi tacto. Quizá conserves algunas arrugas, desde luego; pero esos garabatos son sólo palabras. No las repitas como si fueran mi nombre. Ya estoy lejos y no puedo oírte. Nunca pude ]
Deberé enfrentarme, mientras tanto, con el tumulto de los que aplauden el fervor poético de los profetas y su inicuo apocalipsis. Algunos condenados me lanzan miradas agónicas. Otros ríen desencajados. Unos pocos demandan mi auxilio. Otros nada. No sé si me paralizan sus imágenes o huyo de ellas. No pertenezco a su tiempo ni puedo alcanzarlo. Mi sustancia es otra y la voy perdiendo en el empeño de atravesarme con las cruces que imprimo en el mapa. Estoy muy lejos. Acaso escapando de mis propias huellas: un rastro fluorescente de sangre, donde las hélices se enredan con las algas, y la frecuente pesadilla de un sueño de oxígeno, confundido entre inalcanzables burbujas de asfixia —por los tragaluces se filtra un punto de incertidumbre, un revuelo de coordenadas, un desfase en nuestros niveles de percepción.
[ Estar solo. Es un curioso estado anímico ]
—Todo empieza con un vagido.
[ Sin duda llegará el momento de abandonar tu piel y perseguir los indicios de la luz por entre las grietas del vidrio. No podré avisarte. Olvidarás mi aliento y mi tacto. Quizá conserves algunas arrugas, desde luego; pero esos garabatos son sólo palabras. No las repitas como si fueran mi nombre. Ya estoy lejos y no puedo oírte. Nunca pude ]
Deberé enfrentarme, mientras tanto, con el tumulto de los que aplauden el fervor poético de los profetas y su inicuo apocalipsis. Algunos condenados me lanzan miradas agónicas. Otros ríen desencajados. Unos pocos demandan mi auxilio. Otros nada. No sé si me paralizan sus imágenes o huyo de ellas. No pertenezco a su tiempo ni puedo alcanzarlo. Mi sustancia es otra y la voy perdiendo en el empeño de atravesarme con las cruces que imprimo en el mapa. Estoy muy lejos. Acaso escapando de mis propias huellas: un rastro fluorescente de sangre, donde las hélices se enredan con las algas, y la frecuente pesadilla de un sueño de oxígeno, confundido entre inalcanzables burbujas de asfixia —por los tragaluces se filtra un punto de incertidumbre, un revuelo de coordenadas, un desfase en nuestros niveles de percepción.
[ Estar solo. Es un curioso estado anímico ]
Etiquetas: Literatura
3 Comments:
Sé a lo que te refieres, esas dulces puntadas que terminan por dejarte impotente, es la telaraña (y perdona que te plagie) de la vida.
Un fragmento muy interesante. Dices que estás corrigiendo las galeradas, ¿para cuándo está previsto que salga a la venta? Espero que lo anuncies oportunamente. Felicidades por tu blog. Un saludo
Hola Isabel, gracias por pasarte por aquí. Hacia finales de septiembre saldrá el libro... Visitaré tus mujeres romanas:-)
Saludos
Fx
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