basuras
La Telaraña en El Mundo.
Ahora que las televisiones nos hablan, casi a diario, de Diógenes como si sólo fuera un síndrome y no un antiguo sabio nacido en Sínope -actualmente Turquía- no estaría de más rendirle un pequeño homenaje -un homenaje de basura pero no una basura de homenaje- a tan admirable filósofo, recordándolo no sólo por su higiénico cinismo, que también, sino por la extravagancia de su espíritu burlón, su austeridad exagerada y su ácida crítica antisistema. El sistema, entonces, era otro, pero la verdad es que no parece haber mejorado mucho.
Hay mucha más basura y sofisticación, eso sí. Por eso no extraña que el Consell, siempre a la vanguardia de todo lo que tenga que ver con los desechos, promocionase días atrás -sin pretenderlo ni saberlo; sólo por inercia administrativa- una pequeña pero sugerente muestra de los valores y posibilidades del reciclaje, el Femstival, en la palmesana Plaza del Tubo. Allí las basuras se acumulaban en contenedores creativos y los residuos pedían a gritos un lenguaje visual que les diera nuevas formas y usos. La idea es buena. El arte y la basura comparten una misma esencia: su inutilidad práctica. Lástima que María Antonia Munar no cediera al evento sus joyas, anillos y diademas o incluso sus pieles de visón de granja. Con semejante basura hasta la escultura “La parella”, de Pere Pavía, 1982, podría haberse puesto a bailar como si de una escultura de Calder se tratara. Todo es posible, sólo hay que ser capaz de imaginárselo.
Por ahí parece haber fracasado José Francisco Alomar. Ha dimitido como jefe de prensa del IEB por no saber transmitir «la voluntad de Manila». No parece un espinoso asunto averiguar la voluntad de Janer Manila. Lo suyo es viajar y exhibirse. Ha estado en la Expolangues de París, en la London Book Fair, en Túnez, en Madrid y ahora en Frankfurt. Cuando dice que la marcha de Alomar es «irrelevante», este debiera responderle, con Diógenes, «Ellos me condenan a irme y yo los condeno a quedarse».
Hay mucha más basura y sofisticación, eso sí. Por eso no extraña que el Consell, siempre a la vanguardia de todo lo que tenga que ver con los desechos, promocionase días atrás -sin pretenderlo ni saberlo; sólo por inercia administrativa- una pequeña pero sugerente muestra de los valores y posibilidades del reciclaje, el Femstival, en la palmesana Plaza del Tubo. Allí las basuras se acumulaban en contenedores creativos y los residuos pedían a gritos un lenguaje visual que les diera nuevas formas y usos. La idea es buena. El arte y la basura comparten una misma esencia: su inutilidad práctica. Lástima que María Antonia Munar no cediera al evento sus joyas, anillos y diademas o incluso sus pieles de visón de granja. Con semejante basura hasta la escultura “La parella”, de Pere Pavía, 1982, podría haberse puesto a bailar como si de una escultura de Calder se tratara. Todo es posible, sólo hay que ser capaz de imaginárselo.
Por ahí parece haber fracasado José Francisco Alomar. Ha dimitido como jefe de prensa del IEB por no saber transmitir «la voluntad de Manila». No parece un espinoso asunto averiguar la voluntad de Janer Manila. Lo suyo es viajar y exhibirse. Ha estado en la Expolangues de París, en la London Book Fair, en Túnez, en Madrid y ahora en Frankfurt. Cuando dice que la marcha de Alomar es «irrelevante», este debiera responderle, con Diógenes, «Ellos me condenan a irme y yo los condeno a quedarse».
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
Si necesitáis ardorosos pirómanos para deshaceros de contenedores de basura, aquí en el país vasco tenemos buenos profesionales.
jajaja vaya, me río pero no tiene gracias:-PPP
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