con Miguel Veyrat, José Vicente Peiró y Justo Serna
La Telaraña en El Mundo.
Río Bravo
No sé si pueden hacerse cargo de lo difícil y errático que resulta escribir cuando al vecino de arriba le ha dado por inaugurar, unilateralmente, una especie de minitrasvase vertical de aguas desde su baño al mío. Seguro que sí. Ojeo el mapa de la finca y me pierdo entre las tuberías privadas y comunes porque ambas huelen al mismo plomo y al mismo salitre y hasta parecen iguales, pero no lo son. Nos queda el refugio de las anécdotas, que para eso están, para establecer analogías y así ayudarnos un poco a todos a ponernos en el lugar de los otros. Menudo infierno. Quizá haya demasiados lugares que aún no hemos compartido o quizá sí, pero qué importa, de seguro que hemos estado muchas veces en situaciones similares y hemos sentido, casi de igual forma, el desasosiego inoportuno de las catástrofes. El agua siempre baja, salvo cuando sube y entonces uno no sabe dónde situarse. Si bajo la lluvia, en el ombligo del diluvio o en alguna orilla colateral –y política- de fuga. La sed es tan insaciable como pavoroso el naufragio. No se me vayan.
El que se ha ido soy yo. Ahora estoy en Valencia. Ayer presté mi ayuda al prestigioso historiador Justo Serna y al crítico literario José Vicente Peiró en la presentación valenciana de los últimos libros de Miguel Veyrat en las editoriales mallorquinas Calima y La Lucerna. Editar en Mallorca es como plantar cactus en el desierto. Lucen solitarias sus flores sedientas, pero su perfil cambia si las comparamos -tan cerca pero tan lejos- con los vergeles artificiales que, a base de subvenciones y dietas lingüísticas, lucen las editoriales del Gremi d´Editors, que son la línea oficial de flotación de la cultura –o así- en Baleares. No pienso quitarme la escafandra ni el traje de buzo.
Mientras tanto, en el Pacte de Govern –que más se asemeja a un collage- las aguas bajan revueltas. La diversa suerte electoral de sus miembros ha abierto las compuertas. Tantas, que a lo que más se parece este Govern es a una mala metáfora del Metro de Palma.
El que se ha ido soy yo. Ahora estoy en Valencia. Ayer presté mi ayuda al prestigioso historiador Justo Serna y al crítico literario José Vicente Peiró en la presentación valenciana de los últimos libros de Miguel Veyrat en las editoriales mallorquinas Calima y La Lucerna. Editar en Mallorca es como plantar cactus en el desierto. Lucen solitarias sus flores sedientas, pero su perfil cambia si las comparamos -tan cerca pero tan lejos- con los vergeles artificiales que, a base de subvenciones y dietas lingüísticas, lucen las editoriales del Gremi d´Editors, que son la línea oficial de flotación de la cultura –o así- en Baleares. No pienso quitarme la escafandra ni el traje de buzo.
Mientras tanto, en el Pacte de Govern –que más se asemeja a un collage- las aguas bajan revueltas. La diversa suerte electoral de sus miembros ha abierto las compuertas. Tantas, que a lo que más se parece este Govern es a una mala metáfora del Metro de Palma.
Etiquetas: Artículos, Fotos, Literatura, Varios
2 Comments:
Por una sola vez el azar me depara una sorpresa más que agradable, deleitarme con las palabras inteligentes de un escritor mordaz e incisivo con conciencia crítica.Tu blog formará parte de mis favoritos,en mi blog encontrarás algunas letras de canciones que me gustan, creaciones literarias propias y ajenas, por si te apetece echarle un vistazo.
El azar es un tipo muy poco de fiar pero me alegra que, por una vez, te haya sido útil.
Un abrazo
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