Aproximación al silencio
1
Extravié las palabras. ¿Para qué
mentir donde tu cuerpo extiende un lienzo
y dibuja un paisaje, una nueva
versión del sol, una incipiente sinfonía,
un vago olor de afecto sin servidumbres?
2
Hay instantes que tiemblas
cuando yo callo. Hay instantes
en los que no tenemos nada que decirnos
cuando yo tiemblo.
3
No se extingue la luz aunque el silencio
nos mantenga entregados a una muerte
próxima y a un festín indescriptible.
No se extingue la luz ni aún cuando la amargura
nos recuerda que siempre somos otros.
No se extingue la luz cuando callamos
porque el tiempo sostiene las velas encendidas.
4
Hay una distancia enorme,
del objeto que palpo al que nombro.
Un vacío infinito, del fuego
que arde al que me consume.
Un laberinto sumergido y frío
entre nosotros: dos amantes
silenciosos, confiados, silenciosos.
5
Es la hora última la que nos llama
con su lengua de fuego,
su maternal instinto destructor
y su antigua afición por los engaños.
Pero el lenguaje es reo de las tramas circulares
y añora la perversa quietud de las balanzas;
por eso regresamos, ebrios de pasión
y faltos de existencia,
finalmente al principio y al silencio.
1
Extravié las palabras. ¿Para qué
mentir donde tu cuerpo extiende un lienzo
y dibuja un paisaje, una nueva
versión del sol, una incipiente sinfonía,
un vago olor de afecto sin servidumbres?
2
Hay instantes que tiemblas
cuando yo callo. Hay instantes
en los que no tenemos nada que decirnos
cuando yo tiemblo.
3
No se extingue la luz aunque el silencio
nos mantenga entregados a una muerte
próxima y a un festín indescriptible.
No se extingue la luz ni aún cuando la amargura
nos recuerda que siempre somos otros.
No se extingue la luz cuando callamos
porque el tiempo sostiene las velas encendidas.
4
Hay una distancia enorme,
del objeto que palpo al que nombro.
Un vacío infinito, del fuego
que arde al que me consume.
Un laberinto sumergido y frío
entre nosotros: dos amantes
silenciosos, confiados, silenciosos.
5
Es la hora última la que nos llama
con su lengua de fuego,
su maternal instinto destructor
y su antigua afición por los engaños.
Pero el lenguaje es reo de las tramas circulares
y añora la perversa quietud de las balanzas;
por eso regresamos, ebrios de pasión
y faltos de existencia,
finalmente al principio y al silencio.
Etiquetas: Creación, Literatura
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