No consigues quedarte a solas con la idea. Está imposible el tránsito - ¿por qué estos vientos enloquecidos no disuelven la niebla espesa?
Arden las arterias y en las encrucijadas se arremolinan los interrogantes. Esperas la señal que te devuelva la fe en el rostro reflejado en las aguas, pero esa oscuridad es indescifrable o a ti te lo parece.
No es tiempo de auscultar el hedor profético de los que algún día creyeron en el hombre ni de interpretar el poso polvoriento de tus actos. No pueden estar ahí tus intenciones - no lo estuvieron nunca.
Dibujas en tu frente el estallido de un relámpago. Y la tormenta abre sus brazos eléctricos y te acoge - danzas como un demonio entre endemoniados.
Quizá te falte poco para enhebrar como agujas las palabras que pese a todo le sigues robando al silencio - a golpe de látigo.
Etiquetas: Literatura
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