En el veneno está la enfermedad y la cura. Estos laberintos artificiales te acaban pareciendo sólo una distracción pasajera y tú necesitas algo más: perderte en ti mismo, olvidar los círculos, ignorar las explosiones, diluirte como aliento en las palabras ajenas.
Repetirte varias veces que la verdad es un maldito autorretrato.
Así las cosas, mientras la espuma taladra tus oidos e inicias el inofensivo carraspeo contra la veracidad de los muros, compruebas con éxito que los construiste con el objetivo de no poder derribarlos.
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Quizá en este instante cambiarías todos tus proyectos por una simple huella en algún lugar del universo.
Etiquetas: Literatura
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