Resulta un reto complejo, pero también apasionante, armonizar prosa y verso en un mismo libro. Entre otras cosas, porque la poética ha de transportar al lector, por entre los diversos niveles de la percepción, de manera si no fluída, sí sugerente, y no ha de acusar más saltos de tensión que los inherentes a la coherencia subterránea del discurso, su concepto, sus disgresiones.
Sólo un ensamblaje perfecto puede salvarnos del pastiche o del pegote. Estoy en ello.
Sigues escribiendo para nueve personas, me dijeron, hoy. Me pareció un cumplido.
Etiquetas: Literatura
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