Surcamos las prodigiosas esferas de los viajes interiores, el hábitat de los recuerdos que sin desaparecer se transforman...
¿Cómo no mirarse, sin sentir un mínimo escalofrío; sin palpar, aun en la luz descompuesta, las arrugas volátiles como el humo; sin huir, como enfermos sentenciados, del resplandor blanco de los neones y las agujas?
¿Cómo, sin reflejar el eco de las otras palabras en las palabras?
¿O el silencio del otro silencio, retumbando entre las cruces con las que inocentemente marcamos los caminos sin retorno — del regreso al origen, a la infancia, a la nada, al latido sin cuerpo de un corazón en un vientre de agua?
Etiquetas: Literatura
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