La Telaraña en El Mundo.
Bien, y esta es la versión original. (El diario está de mudanzas:-)
Arte y Botellón
No sé si el arte y la realidad avanzan, retroceden o se mueven en círculos tan complejos que hasta se repiten en cuanto nos descuidamos. No sé si la estabilidad es una utopía, una simple aspiración o algo más que un desdibujado juego de palabras. Quizá la sociedad viva en permanente, rotativo y saludable conflicto generacional. Nuestros jóvenes se reúnen ahora igual que siempre, buscando el calor de la amistad y el milagro de la comunicación. Han heredado una cultura que asocia la diversión con algunas copas de más o de menos. Es un problema, desde luego, pero no es el esencial, porque ellos mismos, a su debido tiempo, irán encontrando su propio lugar en la sociedad. Alborotan porque están vivos, sólo eso. Que no es poco, sinceramente.
De ahí que resulte urgente ofrecerles alternativas de ocio que también alienten su creatividad y les inciten a la participación. Un buen ejemplo lo constituyó, el pasado jueves, la Nit de L´Art, que convirtió la ciudad entera en un sinuoso serpenteo plagado de curiosidades. Pude reencontrarme, por ejemplo, con la obra de José María Alcover en Sa Llonja – excepcionales sus series “manos” o “rodando” – o divertirme con las ocurrencias del colombiano Carlos Alberto Orrego y su peculiar Marilyn Marilyn Dead en pleno paseo del Borne. También visionar los progresos de Luis Vidal o las peculiaridades de Darío Urzay. Tampoco fue mala la travesía para hacer apología del botellón civilizado, copa y canapé en mano, de galería en galería hasta que el cuerpo dejara de pedirnos arte.
La paradoja es que la noche acabó – ahora que Cort intenta decretar la Ley Seca – con un concurrido cocktail a las puertas del Baluard, que fue, dejémonos de eufemismos, un botellón de mucho cuidado. Había, eso sí, camareros pulcramente uniformados y una veterana Molly Duncan Quartet, que demostró estar en plena forma. Nadie se desmandó, no hubo ningún desorden público y tampoco parece que los vecinos protestaran. Ya sabemos, pues, para que debiera servir en el futuro ese Museo. Sus espectaculares vistas amansan a cualquiera.
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