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[ Yo fui ese anciano viajero. El gran arquitecto del Zigurat pero también el joven de dulce mirada que hablaba con los animales y las flores. El verdugo nocturno que se esconde en las esquinas y corta con un silbido las ráfagas del viento. El siniestro sereno que se arrastra con las llaves de todas las tumbas y el vigía ciego que escribe lo que escribo y me persigue desde siempre. Soy las huellas que todavía nadie ha pisado
y aunque las yemas de mis dedos transpiran una especie de energía cuya sustancia desconozco no es fácil moldear la materia — nuestros estados anímicos tienden a ser incontenibles ]
Etiquetas: Literatura
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