donde huele a podrido suele haber algo putrefacto - o Munar Chandom
Puede que no todos sean iguales. Me refiero a los políticos. Pero cada vez resulta más complejo diferenciarlos. Quizá sea porque manejar dinero ajeno deja un estigma, una huella distintiva, casi siempre la misma. O acaso, porque tanto dilucidar entre el bien público y el privado perturba en parte el equilibrio de cualquiera. No lo sé. Nadie está realmente a salvo de las ofuscaciones pasajeras. Sólo así se entiende que se reúna el pleno del Consell de Mallorca y acabe aprobando, no una moción que elimine el amiguismo y el descontrol de Munar en el tema subvenciones, sino una confusa y esperpéntica declaración de propósitos abstractos donde lo único concreto y evidente es que nos les interesa una prensa libre y, por supuesto, crítica. La desean sólo como escaparate publicitario de sus fantasmales apariciones. ¿Tendrá la prensa la culpa de que chirríen tanto las cadenas que algunos arrastran cuando deambulan como almas en pena, es un decir, por los pasillos metafóricos de la servidumbre pública? No estamos sordos. O igual sí, y nos confunde el sonido del visón arrastrándose por el mármol y la grava. Menudo alboroto.
Algo parecido está pasando a escala nacional con la Ley Antitabaco. No nos sorprende demasiado, porque aquí ya llevamos unos cuantos meses entrenados en el noble oficio de esquivar humos y sabemos por propia experiencia cómo el sentido común se impone a la arbitrariedad de las normas. Entro en un restaurante, me siento en la mesa -ubicada en zona libre de humos- y enciendo el cigarrillo. Ojeo la carta, con una media sonrisa que en unos segundos, los que tarda el camarero en cambiar el cartelito de lugar, se convierte en una carcajada de complicidad. Veremos qué sucede cuando este insólito paternalismo gubernamental se extienda a otras áreas bastante más insalubres. Nos extraña su permisividad con los tejemanejes de la ONCE, la poca audiencia de Iñaki Gabilondo o la debacle del cava en beneficio del nauseabundo Moet Chandom. Pobre Carod.
Etiquetas: Literatura
5 Comments:
A algunos políticos no les gustan los testigos. Al Padrino tampoco. Un beso en la mejilla.
Yo dos besos, por eso de no quedarme atrás...
De lejos mejor, soy de las ahumadas por voluntad propia y no suelo tomar el café donde no puedo echar el cigarrín...
Boas noites.
Gracias a los dos por los besos, sobre todo los ahumados:-))
Saludos!
Fx
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ñaca ñaca :-PPP
Fx
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