libros como arrecifes
Llega la primavera con algunas de sus novedades literarias. Afuera, un rumor de tambores arrastra el perfume de la cera requemada. Adentro, una luz parpadea. El inventario es una pequeña torre de Babel, una orgía de experimentación y vigilia. El consuelo es saber que todavía hay libros en los que uno, con placer, se encalla, aunque ya perdiéramos hace tiempo la fe, el áncora, los salvavidas y las brújulas -el viaje es necesariamente largo y puede que submarino a la vez que subterráneo y no hay otro destino que el cántico de la tribu, el vagido, quién sabe si la revelación tras el naufragio- y entonces la niebla del pensamiento va disolviéndose y caen las palabras lentamente, y nos envuelven de luz y lluvia; y el eco de otras voces nos recuerda la nuestra, con asombro. Luego uno los abre sobre la mesa, los libros, con cautela y una enigmática sonrisa, y deja sus páginas expuestas al aire y observa cómo las mueve la brisa y hasta parece que un abanico de espuma nos refresca y salpica. La danza nos hace enrojecer pero también nos ensimisma. Nos abre a los pliegues de un paisaje que reconocemos porque desde siempre lo andábamos buscando.
«Días de radio y niebla», de Antonio Rigo (Calima Ediciones) es un libro rojo, donde adivinamos la poesía sanguínea del autor, que deja esta vez de lado su acostumbrado verso corto, a ritmo de luminosos y festivos haikús, para adentrarse en el aforismo, en la prosa poética y en el apunte metafórico convertido en sucesión de imágenes. Rigo es un poeta de colores, olores y sabores, pero también de pasión y búsqueda; un poeta de símbolos que sabe que «escribir poesía es beber cactus y escupir rosas», pero también «recoger las cerezas que va dejando la manzana»... Es en este oficio recolector de tinieblas donde Rigo nos confirma que el hecho poético -la verdad poética, diría él- reside no sólo en lo que la palabra nos otorga sino también, y sobre todo, en lo que nos hurta. Un gran alivio.
«Joan Fontaine Odisea» del siempre controvertido pero admirable, por la singularidad de sus propuestas, Agustín Fernández Mallo (Editorial La Poesía, señor hidalgo) se ha convertido en uno de los libros más citados, para bien o para mal, de la crítica poética más atenta al devenir de las vanguardias. No nos extraña, porque el manierismo de Fernández Mallo aproxima y ensambla los, en apariencia distantes y hasta antagónicos, universos propios de la poesía y de las ciencias -en especial de la física y las matemáticas- ensamblándolas no sé si con la soltura de un alquimista o con el valor de un suicida. Pero igual la disyuntiva es irrelevante porque al final siempre sobresale el poema, ese lugar sin nombre donde lo único que sucede es lo único que puede suceder, la poesía, ese milagro, ese misterio, del que Fernández Mallo siempre nos deja abundantes pruebas concluyentes y uno diría -con sonrisa cómplice- que incluso atómicas: «Física repetida /es la luz. / Tu cuerpo la atraviesa y la hace química. /Inútil química»
«Historia Personal» de Jaume Pomar (Editorial Calambur, Biblioteca de las Islas Baleares, VIII) es una amplia antología poética bilingüe -catalán, castellano- donde el autor selecciona y traduce sus propios poemas recorriendo la practica totalidad de su obra en verso. Así, el libro empieza con los poemas de Amb la mort, amorosament (1963) y acaba con los versos de inspiración y métrica oriental de Mosafat (2003). Entre ambos, obviamente, además del paso inexorable del tiempo y la experiencia, están otros nueve libros que son los que han convertido a Pomar en una de nuestra mejores voces. El libro nos viene a confirmar, aunque no nos hiciera falta, que quien ama su propia lengua -en este caso el catalán- ama también las otras y es justo reseñar que aunque la obra de Pomar se lee mejor en su versión original mantiene, en la traducción al castellano, sin merma, del todo intacta, su íntima vocación de dignidad y búsqueda del conocimiento. Poesía que no sólo nos hace mejores, sino también y pese a todo más humanos.
Etiquetas: Artículos
1 Comments:
Me encanta tu manera de hablar sobre los libros como arrecifes; como sirenas amables te esperan para acogerte entre sus páginas.
Un abrazo.
Px.
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