LA TELARAÑA

sábado, agosto 12

Podríamos vivir en los jardines
y desoír las voces que nos llaman
desde el interior de los templos.

Sentir el estallido de la luz
contra los cristales del polvo.

Perdernos luego en los espacios
abiertos y dejar que el tiempo,
como las frutas maduras, decline
en su autoridad y desaparezca.

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