LA TELARAÑA: mercaderes

viernes, octubre 26

mercaderes



La Telaraña en El Mundo.



Tal vez vivamos, sin saberlo del todo, en un concurrido mercadillo, un ajetreado ir y venir de proyectos e ilusiones que acaban, siempre, convirtiéndose en un efímero catálogo de éxitos y fracasos. Un bárbaro museo tribal de vanidades que exhibimos como si nos fuera la vida en ello. Quizá nos vaya, en efecto, y la vida sea sólo eso, y entonces no importa que nos sobren argumentos contra esa singular exhibición, por muy ególatra o patética, que nos parezca. El mundo es patrimonio y campo de batalla de quienes quieren vender algo y, desde luego, saben cómo hacerlo.

Pero las apariencias son sólo apariencias y pasan tan rápidas que apenas hay tiempo de testificar a su favor o en su contra. Nos queda, eso sí, la posibilidad de aferrarnos al presunto balance de la realidad como si fuera un extracto bancario. La usura y sus leyes. No, hoy no hablaré de UM. Dejo su furor recalificativo para otro día. George Steiner lo dijo en Barcelona: «El dinero se ha convertido en la droga del olvido». Hablaba de Europa y, por lo tanto, de nosotros. Seguro que por sus palabras no cobró lo que Al Gore por gesticular ante la pantalla plana de su verdad incómoda, ese negocio tan catastrófico como lucrativo, tan ávido de negacionistas como de fieles. Lo importante es la controversia.

Por eso ha desembarcado en Palma la campaña de la ACPV a favor de la recepción de TV3 en Valencia. Como era lógico ha encontrado el apoyo incondicional de la UIB, el Bloc, el Lobby -o hobby- per la Independència, la OCB, el presidente del Círculo de Economía de Mallorca, Alexandre Forcades, y hasta del prior de Lluc. Pasmosa cofradía a la que me sumo -sin olvidar su mezquina tendenciosidad política- porque hace ya tiempo que recibo, por Internet, todos los canales habidos y por haber y no concibo la creación artificial de zonas de sombra. Ahora sólo falta ser capaces de reinterpretar tanta información barnizada. No es fácil. Pensar no es un proceso automático sino un esfuerzo que, a veces, hasta duele.

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