tres eran tres
La Telaraña en El Mundo.
Su misión nunca fue fácil. Comunicarse requiere bregar con los sentidos, inventar parajes donde instalarse por sorpresa. Las frases se alargan mientras me retuerzo por decir lo que quiero. No siempre lo consigo. Mala suerte. No quiero imitar a los que sólo gustan de escribir frases cortas, cada vez más y más cortas, sin el añadido musical de las oraciones subordinadas y revueltas, sin el aliñe de las digresiones y los saltos en el vacío, sin el trasfondo de los matices y los guiños al lector, sin nada que no sea la terca repetición de los monosílabos y las siglas, sobre todo las siglas.
La tercera lengua anda en los labios de unos y otros. No sabemos exactamente a qué sabe porque mientras unos arrugan la nariz y esbozan una mueca agria de rechazo, otros se la miran, a la lengua, con cara de perplejidad y ánimo disperso. Las cábalas apuntan a una conjura de las matemáticas y los tantos por ciento. Pronto dejará de ser insólito que nuestros hijos tengan que empezar una frase en catalán, continuarla en español y acabarla en inglés. Yo ya estoy empezando a practicar, con vistas, no al apocalipsis, sino al advenimiento de una nueva era, la del trabalenguas, la de las gramáticas múltiples y superpuestas, el regreso a la torre de Babel. Ahí nacimos todos y también todas. Me refiero a las lenguas.
Su misión nunca fue fácil. Comunicarse requiere bregar con los sentidos, inventar parajes donde instalarse por sorpresa. Las frases se alargan mientras me retuerzo por decir lo que quiero. No siempre lo consigo. Mala suerte. No quiero imitar a los que sólo gustan de escribir frases cortas, cada vez más y más cortas, sin el añadido musical de las oraciones subordinadas y revueltas, sin el aliñe de las digresiones y los saltos en el vacío, sin el trasfondo de los matices y los guiños al lector, sin nada que no sea la terca repetición de los monosílabos y las siglas, sobre todo las siglas.
Así la gutural OCB y el sindicato STEI-i se han instalado en la descuidada mollera de Bàrbara Galmés y han dado a luz el Plan de la Tercera Lengua. Parece el título de una novela de Zafón pero no lo es, es algo peor. Es el último intento de sacralizar la lengua catalana como lengua única y de convertir en lenguas extranjeras a todas las demás. Buen intento que, no obstante, me deja indiferente. ¿Por qué hacer caso a la necedad galopante? ¿Por qué envenenarse con universos que sólo existen en la imaginación tullida de unos pocos? Por suerte, los conflictos políticos se resuelven a nivel de calle. Tres eran tres… y ninguna era buena. ¿Tampoco la de todos? Pues vale. Yo me exilio.
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