LA TELARAÑA: las croquetas

viernes, octubre 3

las croquetas



La Telaraña en El Mundo.




Parece que a Bibiana Aído le ha molestado –como a otra mucha gente- que unas vulgares croquetas bien hechas –las protagonistas involuntarias de una cuña radiofónica sobre las Letras del Tesoro, nada menos- puedan sustentar y hasta justificar un matrimonio. No sé yo. El filo imaginario de la balanza en la que se columpia la estabilidad de una pareja es un lugar inverosímil y nebuloso, repleto de guiños y complicidades que, además, tienden a camuflarse en un lenguaje íntimo y particular que, por intraducible y surrealista, solo puede valorarse desde el interior mismo de la pareja. Todo el mundo sabe –o debiera- que si algo funciona lo mejor es no tocarlo.

Mientras tanto, Baleares eleva su número de divorcios por encima de la media española. Aquí la estadística nos aclara muy pocas cosas. Hay situaciones insostenibles que exigen la rápida intervención de un cirujano, un trasplante inmediato, una transfusión, un vaciado de cerebro, quizá unas vacaciones en el limbo –o en el paraíso o, qué sé yo, si en el infierno- y no hay nada malo, sino reparador y ansiolítico, en soluciones tan drásticas. Yo mismo me separo con frecuencia de mí mismo, me divorcio, me destierro, me impongo largas temporadas sin poder acercarme a mi sombra, me convierto en otro y me dejo acunar por el instinto. Al final siempre regreso y me reconcilio conmigo mismo. Entonces me preparo, tal vez, unas croquetas. O dejo, mucho mejor, que me las preparen. Hay placeres que sólo lo son cuando repiten.

Lo más demoledor y coreado en la prensa –en la local y en la nacional- sobre el asunto de la corrupción en el Consorcio para el Desarrollo Económico de Baleares –tantas mayúsculas juntas sólo auguran lo peor- es la unanimidad en darle a Isabel Rosselló el solemne tratamiento de esposa de Antònia Ordinas y no, nunca, al revés. No iré más lejos ni sacaré conclusión alguna. Quizá a Antònia le pirraban las croquetas de Isabel y a Isabel los flujos económicos de Antònia. O viceversa. Nunca lo sabremos. O eso espero.

Etiquetas: