ceremonia de la confusión
La Telaraña en El Mundo.
Hoy llevo un día silencioso, pero no sé si me durará. Para boberías ya están Leire Pajín y Bibiana Aído. A veces las confundo, pero no siempre. El pelo grasiento de una no puede competir con el gracejo de la otra. O de ambas. O al revés. Las confundo, pero no siempre. Ya lo dije. O quizá no. Quizá ellas intercambien sus guiones –y su faz- como si fueran la misma persona. O dos tan gemelas como una sola. O ninguna. Un feto de trece semanas, por ejemplo. Un ser vivo, pero no un ser humano. Un alien o algo así. La filosofía y sus sofismas en el tocador paritario. En las pizarras rasas, pero digitales, de Galmés o en los presupuestos reciclados de Carles Manera.
No podría escribir estas líneas –ni otras- escuchando a Vega. Más aún. Ya me falla hasta Leonard Cohen, aunque lo redimiré en el Palma Arena. La labia es una virtud ruidosa que me resulta muy ajena cuando no tengo, a mano, papel y lápiz o un rugiente portátil de esos que promociona el gobierno como si fueran coches.
Lo peor, no obstante, es el estruendo que inflige, con rigor prusiano, a los vecinos de Oms –la calle, no el predio de Munar- un músico callejero y su repetida melodía. Somática. Horrenda. Sinfónica. O lo que se le acerque un saxo con torsión electrónica adjunta. «Ya no estás más a mi lado, corazón». La letra la pongo yo. La sangre, no. Pero me animo leyendo “Citas criminales” de Joaquín Lloréns. No es para menos.
No podría escribir estas líneas –ni otras- escuchando a Vega. Más aún. Ya me falla hasta Leonard Cohen, aunque lo redimiré en el Palma Arena. La labia es una virtud ruidosa que me resulta muy ajena cuando no tengo, a mano, papel y lápiz o un rugiente portátil de esos que promociona el gobierno como si fueran coches.
Lo peor, no obstante, es el estruendo que inflige, con rigor prusiano, a los vecinos de Oms –la calle, no el predio de Munar- un músico callejero y su repetida melodía. Somática. Horrenda. Sinfónica. O lo que se le acerque un saxo con torsión electrónica adjunta. «Ya no estás más a mi lado, corazón». La letra la pongo yo. La sangre, no. Pero me animo leyendo “Citas criminales” de Joaquín Lloréns. No es para menos.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
Estamos rodeados. Un día tras otro. Y no se cansan, no. Siguen ahí.
En fin, qué le vamos a hacer. Hemos venido a este mundo a sufrir.
Nada de sufrir. Todo resulta bastante divertido... por cierto, al hilo de facebook estaba yo escribiendo unas líneas sobre Celaya cuando me lo reviviste:-)
Abrazos
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