espejismos a la vista
La Telaraña en El Mundo.
No es difícil crear una multitud. Basta con imaginarla. Me he cruzado con una pareja. Recorrían las Ramblas con paso caluroso. El hablaba por un móvil y ella por otro. Empecemos, pues, con los números. Salvo en el caso improbable –pero no imposible- de que hablasen entre sí –algunos se pirran por la voz mineral de los inalámbricos o el aullido de los microondas-, ya hay cuatro personas en liza. Luego estoy yo, fingiendo la trama. Y ustedes, los lectores de estas líneas a la deriva. Echo cuentas y ya somos un gentío unido por una anécdota sin más sostén que el serpenteo travieso de la palabra.
Todo es ficción sin dejar de ser real. Algo así pasa con La Obra –la OCB- y el lóbrego espacio conceptual en el que chapotea. Su ideario se asemeja al del Lobby del barco de rejilla. Pero en vez de ir de payeses a lomos de una somera van de pajes en calesas subvencionadas. ¿Pertenecen a la realidad o al inventario oficial de las perversiones inocuas y la sumisión rentable?
La realidad, con todo, tiene sus pautas de defensa. Tanto da si el Consejo Social de la Lengua ha reforzado la ley de normalización lingüística o si Jaume Mateu y Tomeu Martí gozan de bula gubernativa. Siempre se les puede mirar sin verlos, atender sin oírlos, ignorar sin despreciarlos. Hacer lo opuesto de Grosske con los crucifijos o los cosos taurinos. Saberlos tan familiares como invisibles. Pura imaginería. Espejismos.
No es difícil crear una multitud. Basta con imaginarla. Me he cruzado con una pareja. Recorrían las Ramblas con paso caluroso. El hablaba por un móvil y ella por otro. Empecemos, pues, con los números. Salvo en el caso improbable –pero no imposible- de que hablasen entre sí –algunos se pirran por la voz mineral de los inalámbricos o el aullido de los microondas-, ya hay cuatro personas en liza. Luego estoy yo, fingiendo la trama. Y ustedes, los lectores de estas líneas a la deriva. Echo cuentas y ya somos un gentío unido por una anécdota sin más sostén que el serpenteo travieso de la palabra.
Todo es ficción sin dejar de ser real. Algo así pasa con La Obra –la OCB- y el lóbrego espacio conceptual en el que chapotea. Su ideario se asemeja al del Lobby del barco de rejilla. Pero en vez de ir de payeses a lomos de una somera van de pajes en calesas subvencionadas. ¿Pertenecen a la realidad o al inventario oficial de las perversiones inocuas y la sumisión rentable?
La realidad, con todo, tiene sus pautas de defensa. Tanto da si el Consejo Social de la Lengua ha reforzado la ley de normalización lingüística o si Jaume Mateu y Tomeu Martí gozan de bula gubernativa. Siempre se les puede mirar sin verlos, atender sin oírlos, ignorar sin despreciarlos. Hacer lo opuesto de Grosske con los crucifijos o los cosos taurinos. Saberlos tan familiares como invisibles. Pura imaginería. Espejismos.
Etiquetas: Artículos
5 Comments:
Papá como se hace para seguir un blog?
Dale a Follow this blog en la ventana de abajo, a la derecha, y te identificas en Facebook. Es fácil:-)
Veo que, a veces, falla... Bueeno:-) Hay que insistir. Estos británicos se lían con la eñe:-P
Qué personaje el Tomeu Martí este, menudo impresentable. Y lo gallito que se le ve desde que los suyos han vuelto a tocar algo de poder. Mediocre, resentido, lo tiene todo para triunfar en la sociedad balear.
saludos
Hola,Horrach. En efecto, es un triunfador:-P
Saludos!
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