LA TELARAÑA: La ruta de los prodigios

sábado, agosto 7

La ruta de los prodigios

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que el Consell debe financiar una ruta guiada sobre la represión franquista?



Sí. Ya conocen la máxima, tan desfigurada y ambigua como manoseada y vacía de sentido, que asegura que la materia –y sus variables conceptuales, la energía, el universo en expansión o en recesión e, incluso, los imprevisibles y siempre subjetivos estados de ánimo, por ejemplo- no se crean ni se destruyen –qué va- sino sólo se transforman. No sé yo. Tengo ante mis ojos –y cuido muy mucho de no parpadear para no romper el hechizo y quedarme a ciegas- la curiosa imagen de un imán levitando sobre una pieza de cerámica mezclada con cobre. Parece que ciertas aleaciones crean metales extraños donde la mecánica cuántica y la mecánica gravitacional enloquecen, literalmente, y no alcanzan a explicar el por qué físico, la razón visible o el motivo alquímico de algunos prodigios. No conozco nada más prodigioso que la dinámica social, económica, política, lingüística, urbanística y, sobre todo, patafísica del Consell de Mallorca.

Por ello, y porque a los prodigios no podemos medirlos con el rasero de la lógica, sino, mucho mejor, con el fluctuante arrebato del asombro y la perplejidad, no me extraña un ápice que, al igual que a esos metales extraños de los que les hablé, también al Consell se le disparen las costuras y aquí le salga un roto y allá un descosido, un agujero negro o un orgasmo de muchos protones. Ya sabemos que se les pasó, en principio, el arroz meloso y crepitante de los grandes pelotazos urbanísticos. Que ya agotaron el presupuesto y también el crédito. Que su tesorería está a punto de licuarse, estupefacta, entre los números rojos de las expropiaciones y las facturas pendientes de un pasado tan cuajado de promesas como huérfano de hechos. Que ataban, como dijo Miquel Rosselló, los perros con longanizas y que, ahora, se han quedado sin perros y sin longanizas. Se las comieron los perros.

Ante una situación así, próxima la hora de la evacuación y el desahucio, sólo les queda insistir hasta donde les alcancen las fuerzas –es decir, el dinero de bolsillo, esos millones que siempre se apartan- con los últimos tópicos que tan felices les hicieron. Por un lado, la lengua, la subvención pestilente de la OCB y por el otro, la memoria histórica, el vía crucis de la represión franquista a través de las rutas guiadas y el homenaje permanente a las fuerzas vivas –o muertas- de una República que existió, creo, hace más de setenta años. Es fantástico.

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