LA TELARAÑA: Humor y tinieblas

viernes, octubre 28

Humor y tinieblas

La Telaraña en El Mundo.

En el Café Slavia -en Praga, donde estuve hasta ayer- ya no corre la absenta, pero el frío rumor de las luces de neón parece querer rendir homenaje a días antiguos y sedientos. También hubo bares así, en Palma, cuando las noches eran tan largas que ni amanecían y aunque, quizá, ya no existen, sí que recuerdo su sed insaciable y espesa como una melena de nubes, siempre enredadas y siempre misteriosas.
Pero hay que ver cómo la memoria diluye las distancias. Hace unos lustros la gente obsequiaba a los guardias de tráfico con cestas navideñas, botellas de vino o puros casi habanos. Nada muy valioso, claro, pero ese gesto, hoy, sería imposible. O constituyera, acaso, delito de soborno, prevaricación o qué sé yo qué otro dislate, cuál. Es lo que tiene la modernidad, que ya no conocemos a quien nos pone las multas o nos ayuda, tal vez, a empujar el coche cuando el motor dice basta y no nos queda otra que coger el móvil y encomendarse al seguro, a la grúa o la familia.
Esa imagen urbana me la evocó una viñeta de Blanco Ibarz: «Las ensaimadas de Mallorca». Paseaba por los aledaños del Casal Solleric y visité su exposición «Humor Blanco», un sobrio repaso a buena parte de su obra en el TBO. El humor de Blanco era blanco por ser suyo y blanco -y negro- por mostrarnos la realidad como él supo verla, entre las tinieblas de la época. Ridícula, tragicómica, sí, pero también -y en cierto modo- amable.

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