El muro de la vergüenza

La Telaraña en El Mundo.

En otros tiempos –cuando el honor o el deshonor formaban parte del saldo final de las cuentas corrientes- la gravedad de las crisis económicas podía medirse por el número de financieros, políticos o banqueros que se suicidaban arrojándose desde los rascacielos en quiebra de sus sueños. Ya no sucede así –o no tanto, al menos, como en la Gran Depresión del 29- quizá porque esa historia de lazos rotos y vértigo invencible ya la vimos –aunque protagonizada por inocentes- cuando la caída de las Torres Gemelas y el desplome del mundo tal cual lo conocíamos. Acaso la visión de aquel terror nos siga manteniendo paralizados.

Ahora parece que el Mercado maneja la crisis como los políticos, sin inmutarse: un requiebro aquí, un farol allá y unas cuantas medidas confusas, si no contradictorias, para que todo siga yendo igual que siempre o casi. Un simulacro de rescate en el que nadie puede creer, porque la salvación siempre parece estar en otra parte. En otra Zona Cero. Al otro lado de un muro de la vergüenza que no hay voluntad de derribar.

Será por eso que la cúpula política balear –Munar y Matas, entre tantos otros- pagaron, qué remedio, sus abultadas fianzas judiciales y, aun así, siguen sonriendo como si nada hubiera sucedido. Pasarán de imputados a culpables –o no- con la misma inercia con que otros cayeron desde las alturas del vértigo en busca de un último gesto de honestidad o decencia.