Llevo unos cuantos días releyendo a mis clásicos de siempre: T. S. Eliot, Juan Ramón, Umberto Eco, Camus, Borges o Georges Bataille ( de quien por cierto he encontrado en El Aleph un libro que desconocía: La Literatura y el Mal. Pilladlo. Ocho nombres elige Bataille para su meditación sobre el mal y la literatura: más exactamente, sobre la necesaria presencia del mal en una literatura que es culpable. Se trata de Emily Bronté, Baudelaire, Michelet, William Blake, Sade, Proust, Kafka y Genet. A ellos debiera haberse unido, según declara el autor, el nombre de Lautréamont)
Pero también tengo acumulada una pila de libros de actualidad - actualidad personal, no bestsellers - que me están cautivando: Sopa de Pescado y Siete Minutos de Francisco Rodríguez Criado; Fragmentos Tibios, de Pablo Miravet; El Íntimo Asedio, de Javier Jover; Travesía del Desierto, de Graciela Wencelblat; Luces de Posición, de Antonio Rigo; El Baile del Escualo, de Xisco Juan; o los casi incunables y absolutamente fantásticos Fanzines Literarios Cisne Negro, de James Queen, Luis Alberto de Cuenca, Román Piña, Charles Baudelaire, Howard Phillips Lovecraft, López Hinton, José María Alvarez y otros muchos iluminados...
Luego están los montones de poemas y textos fragmentados, inacabados, inconexos o indecisos que voy intentando arrebatar al caos de mi propio caos con vistas a un par de nuevos libros que tengo que acabar un día de estos...
Etiquetas: Literatura
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