Poema, que debiera salir alineado a la derecha, pero no... de Ricardo Daniel Piña.
Poesía
 o satisfacción como alimento.
Por un lado me cuesta mucho creer que sea un mérito 
abandonarse al transcurrir de la narración.
(Impávidamente, 
en esa desafortunada y tan pasiva posición del lector).
Y por otro lado,  
sé que los ojos gigantezcos del deseo van a seguir desfilando 
por una larga lista de sombras y afirmaciones.  
(Con formas de bellos juguetes, 
lindos espejos, 
pequeños sexos fulgurantes, 
páginas y páginas de excitación...) 
¿Deberemos creer que eso es la privacidad de la lectura? (¿?)
Es un experimento delicado de llevar a cabo,
que la más tierna e insignificante inquietud 
 no atente contra las mismas palabras.
Por eso planifiquemos al poema como quién piensa 
en construir un camino, un edificio o un pez.
Pensemos que los recuerdos, la memoria, 
las afirmaciones y las dudas...  
son la parte que no podemos ver de la vida misma 
(tal vez una imposibilidad?).
Y que por nombrarlos empiezan a ser nuestros.
         Ese perigrinar en círculos de conceptos semánticos, biológicos,     
               matemáticos, científicos, históricos, etc. Culturales.
Se pueden volver inútiles. 
Inocentes. 
Inservibles.
 Y que el amor y la sangre nos engañen transformados en insectos. 
Es ideal que los minutos y los segundos 
no hagan otra cosa más que horrorizar al lector. 
Que se conviertan en una amenaza 
a la seguridad del pensamiento.
 Quiero que la miseria y la pérdida, 
la pobreza y la riqueza, 
la pureza y el pecado, 
la ancianidad y la niñez 
puedan de una vez y para siempre 
patearnos en el medio del culo y la dignidad.
No sabían que el empleado sale a medirnos 
cada vez que pasamos por la puerta de la funeraria...?
Ricardo Daniel Piña En Buenosayres Miserable
Desde el viernes 25 al martes 29 de junio de 2004
Etiquetas: Literatura



















1 Comments:
Visité su blog y me gustó lo que ví: tiene la calidad que se exige de un vehículo de comunicación en el campo de la creación literaria. Me alegró ver textos de Piña y de Graciela Wencelblat, mis amigos de Buenos Aires, que también están en mi página en Brasil: www.antoniomiranda.com.br
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