LA TELARAÑA: Fuera del Tiempo - Capítulo I

martes, marzo 29

Fuera del Tiempo - Capítulo I

La Vigilia

Métete en hielo y sal candente. (Cristóbal Serra)





En el error de este contacto - la porosidad del papel es tan absorbente como cualquier otro veneno - encuentras el reposo de la enfermedad y la cura. Pero tu atenta mirada - el agobio de un parpadeo que interrumpe las visiones y las apresa - acaba descubriendo las fisuras en los laberintos artificiales y los inunda como agua tibia: recorres la ciudad, ahora sumergida, sin entretenerte siquiera en destruirla — sólo deseas diluirte como aliento en las palabras ajenas.

Te repites varias veces que la verdad es un maldito autorretrato.

La espuma taladra tus oídos e inicias el inofensivo carraspeo contra la veracidad de los muros — compruebas con éxito que los construiste con el único objetivo de poder traspasarlos.

Quizá en algún instante hubieras cambiado todos tus proyectos por una simple huella en cualquier lugar del universo.




Invocaciones



No debieras ceñir tu vigilia a las balanzas y sí a la descomposición pausada de los elementos que las zarandean. Lustros de vientos huracanados sólo orean tus mejillas — y la noche es un abrazo más allá del cuerpo y esos extraños pensamientos que te mutilan.

Toda una mitología se derrama con un solo gesto distraído: disipación o ensimismamiento. Tal vez, mero afán contable:

1.- Escancias las demoras: signos hieráticos en las fórmulas magistrales. Y te precipitas como esos ácidos que disuelven el oro y acentúan las sombras, los velos del paladar, las frágiles palpitaciones que igual que danzan sostienen tu sonrisa.

2.- Se te esconde la muerte en las costuras de la herida pero hablas sólo de urgencias cuando la quietud o el terror te incomodan.

Y sin embargo, es una insinuación, una metáfora del lenguaje: los remiendos de la llaga, donde tus labios se agrietan y contraen; la sangre espesa, donde tu aterida lengua se enrosca y atraganta; el vértigo de la tierra rodando hacia el abismo, donde tus dientes se disuelven: al fin nácar putrefacto.

3.- ¿Por qué dar nombres a la muerte donde sólo el silencio?



Visiones

1.-

No hay extravío ni ausencia. Sólo aullidos, mientras tropiezas con tus sombras — con el terror de tus sombras proyectadas en la inacabable sesión continua de los irreales cinematógrafos de tu memoria, con el piano sin cuerdas y la sonrisa del pianista huida por entre antiguas ciudades, de las que sólo conservas algunas teclas: el callejero inútil, cubierto de arrugado lino blanco, fragmentos de vello reseco y hasta crujiente, abrazos de sexo rápido, simulacros de sangre lenta, abismos de nicotina y lodo.

La sinfonía completa, desde tu insonorizada arquitectura de esponja.



2.-

A veces, las primeras luces del alba irrumpen como agujas en la arcilla de los sueños matutinos.

Esa vigilia amordaza el espíritu y tensa los músculos, te precipita al desorden de las calles con la sombría certeza de alguna deuda oscura e impagable — pero cuando el espanto se empeña en doblar contigo las esquinas, la ciudad entera, de repente sumergida en un laberinto de aguas de plomo, te rechaza hasta de sus espejos.

Ese destierro quizá sea el origen del lenguaje o la visión borrosa de un alejado espejismo que se aproxima sin llegar siquiera a rozarnos.


3.-

Tientas a la geometría contra la vertical de la cascada.

Tus pensamientos me interesan, pero no siempre. A veces, vomitaría sobre tus labios el engrudo más plomizo y dejaría que el aliento reseco nos mantuviera presos: taxidermia del abrazo contra la ilusión de las teamides...

Es cierto que la belleza me conmueve pero estas maniobras de seducción trémula son sólo parte del juego.

Debieras morirte y renacer cada día. La descomposición continua es un suplicio, lo reconozco, pero también una drástica medida de higiene.




Cuenta atrás


2.-

Vivo tan al margen como inmerso en vuestras miradas.

¿Son los límites, como sombras interpuestas, proyecciones de la voluntad o son dibujo físico de la herida, esa confirmación de la parte que, rebelándose, engendra el todo?

Rebelión. Revelación. ¡Oh, las palabras! Siempre demasiado promisorias... ¿Qué juego puede compararse a este juego que, siéndolo, no lo es, no puede serlo?

Abro la mano a los destellos de la luz esquiva. Cubro tu cuerpo como el arco iris el horizonte... Pero hay otras formas de decirlo: te acaricio como te penetro. Y el poema se escribe en tus dedos como en el temor con que tiembla una tensa ballesta:

El instante previo al orgasmo.



1.-


Me gusta la ausencia: está proscrita.

Por eso, siempre regreso a la mansión vacía donde me reconcilio con el universo y ordeno, en silencio, mis palabras.

En esos instantes de rol suspendido, contemplo la existencia como lo que es: un oxímoron.


0.-

Todo lo que escribo y, con más éxito, todo lo que siento, se acaba pareciendo a mí.



* Fuera del Tiempo - Juan Planas Bennásar (Edit. La Bolsa de Pipas, 2004)





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3 Comments:

Blogger Luis Amézaga said...

Charli 1 a Charli 2: Recibido. Los artefactos han llegado en perfectas condiciones. Claras instrucciones de uso. Letra grande y con fundamento.
He leído el post, y sí, coincide plenamente. Un "pero"; el jamón no lo he recibido. Supongo que es la lógica comisión que se cobran los funcionarios de correos. Seguiré informando. Cambio y corto.

P.D. ¡Hombre de poca fe!

29 de marzo de 2005, 18:12  
Anonymous Anónimo said...

gruangruag glubgrafff qué jamón?

XDDD

Fx

29 de marzo de 2005, 22:55  
Blogger Luis Amézaga said...

Vale, de acuerdo, no has mandado jamón ¿te parecerá bonito?
No sólo de palabras vive el hombre.
:-)

30 de marzo de 2005, 11:38  

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