el circo
La Telaraña en El Mundo.
Los problemas mal planteados me recuerdan los ridículos estornudos al cruzar de la sombra a la luz del sol. Parecen escupitajos. Algo similar nos regala Jaume Mateu -presidente de la OCB- cuando juzga insuficiente que La Sexta -sólo en TDT, como es tecnológicamente obvio- ofrezca el fútbol en castellano, catalán, euskera y gallego. Piensa que «Balears tiene todo el derecho a seguir las retransmisiones en su lengua propia, que es el catalán». Será la suya, sí, pero no la de quienes vivimos en las islas. Ni por asomo. Estamos tan felizmente mezclados que pontificar, a estas alturas, desde la supuesta territoriedad de la lengua, es un anacronismo de lujo o una torpeza de vértigo. Otros podrían aducir que el catálogo es incompleto. ¿Dónde están el valenciano y el mallorquín? ¿Dónde las muchas variantes americanas del castellano que se hablan en Mallorca? No entraré en el tema. Me gusta saborear el fútbol a través del indefinible lenguaje de la grada, ese silencioso, metafórico rugido.
Lo del euskera es otro cantar y pienso probarlo. De hecho, ya empecé días atrás cuando se me fue la mano en un cajero multilingüe de La Caixa y en vez de sacar unos pocos euros me tuve que maravillar con unas entradas para el Circo. No está mal.
Y aquí:
El Circo
Antes viajaban en pateras y ahora en cayucos. No han cambiado de embarcaciones, no; es que vamos puliendo nuestra precisión lingüística. Sin embargo, en Cuba, cayuco es sinónimo de fallido. Aquí también, pero con suspense. Los que escapan a la tragedia de las aguas turbias, la asfixia en los desiertos del mar en llamas, los orígenes lastrados por la severa injusticia o la insaciable sed de las mafias -económicas, étnicas, lingüísticas- acaban viajando en aviones con el destino marcado, tal vez como el United 93, de un lado a otro de España, sin que mejoren sus expectativas. El Gobierno los dispersa sólo por ver si así se diluyen y dejan de molestarle. ¿Será eso la alianza de las civilizaciones?
El Circo
Antes viajaban en pateras y ahora en cayucos. No han cambiado de embarcaciones, no; es que vamos puliendo nuestra precisión lingüística. Sin embargo, en Cuba, cayuco es sinónimo de fallido. Aquí también, pero con suspense. Los que escapan a la tragedia de las aguas turbias, la asfixia en los desiertos del mar en llamas, los orígenes lastrados por la severa injusticia o la insaciable sed de las mafias -económicas, étnicas, lingüísticas- acaban viajando en aviones con el destino marcado, tal vez como el United 93, de un lado a otro de España, sin que mejoren sus expectativas. El Gobierno los dispersa sólo por ver si así se diluyen y dejan de molestarle. ¿Será eso la alianza de las civilizaciones?
Los problemas mal planteados me recuerdan los ridículos estornudos al cruzar de la sombra a la luz del sol. Parecen escupitajos. Algo similar nos regala Jaume Mateu -presidente de la OCB- cuando juzga insuficiente que La Sexta -sólo en TDT, como es tecnológicamente obvio- ofrezca el fútbol en castellano, catalán, euskera y gallego. Piensa que «Balears tiene todo el derecho a seguir las retransmisiones en su lengua propia, que es el catalán». Será la suya, sí, pero no la de quienes vivimos en las islas. Ni por asomo. Estamos tan felizmente mezclados que pontificar, a estas alturas, desde la supuesta territoriedad de la lengua, es un anacronismo de lujo o una torpeza de vértigo. Otros podrían aducir que el catálogo es incompleto. ¿Dónde están el valenciano y el mallorquín? ¿Dónde las muchas variantes americanas del castellano que se hablan en Mallorca? No entraré en el tema. Me gusta saborear el fútbol a través del indefinible lenguaje de la grada, ese silencioso, metafórico rugido.
Lo del euskera es otro cantar y pienso probarlo. De hecho, ya empecé días atrás cuando se me fue la mano en un cajero multilingüe de La Caixa y en vez de sacar unos pocos euros me tuve que maravillar con unas entradas para el Circo. No está mal.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
Ahora que están de moda los programas de investigación para descubrir a sanadores piratas y vendedores de crecepelo, podrían hacer un seguimiento con cámara oculta a esas filas de subsaharianos con una bolsa de plástico en la mano por las calles de cualquier ciudad, convencidos de que han llegado al edén. ¿Dónde acaban todas esas personas?
Me alegro que gracias al euskera hayas podido acudir a un espectáculo de payasos y equilibristas ;)
:-))
Seguro que pronto sale alguna encuesta sobre tan particular destierro...
Lo del euskera y el cajero fue surrealista. En serio.
Un abrazo!
Fx
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