Antoni Serra en U.H.
La inmensa generosidad de Antoni Serra hoy en el diario Última Hora me ha dejado sin palabras. Esto es lo que escribe.
Juan Planas
Es curioso, también (o, más que curioso, ¿debo decir revelador?), que al tiempo que me llegaba la noticia de la muerte de Pontecorvo, leí un libro —el último, hasta el momento— de ese escritor inquieto, difícilmente etiquetable como autor, que es Juan Planas: Los pliegues ocultos (Calima Ediciones. Colección Territorios. Palma, 2006).
Esta obra de Planas me devolvió al presente inmediato otra de sus obras, Fuera del tiempo (2004): «Sólo concibo la vida en la reunión simultánea y exacta de lo místico, lo erótico y lo matemático: el poema». Pero yo diría, con todas las posibilidades de equivocarme como todo mortal bien muerto en tiempos de flatulencias light, que el Juan Planas de Los pliegues ocultos va más allá de los territorios literarios en estado de obediencia, crea su propia ficción (que es vida, porque es literatura) creativa a través de la sutileza, la insinuación y la fuerza, nada balsámica, de la(s) palabra(s). Me ha fascinado, este libro: «Nuestros cuerpos enlazados hacen enloquecer la teoría de la relatividad». Sí, me ha fascinado y, a la vez, me ha impulsado —como lector, pero también como ser vivo— a la reflexión sin las trampas del corsé de la modernidad inútil: «Todo cabe en un tubo de ensayo, el nacimiento del arte y el fin de la historia. El diluvio». Pero, ¿hay más realidad vital, exasperante que el «rumbo a la exactitud de la nada» que él insinúa —quizás predice— en el capítulo IV del libro?
¿Poesía? ¿Prosa poética? ¿Ensayo crítico? ¿Texto desbordante que te obliga, como lector, a ir más allá de tu propia geografía biológica? Pues sí, y no; es un todo —exacto, un «todo» sin fronteras ni límites— imaginativo y, por eso mismo, esencialmente real. O sencillamente, si así lo prefieren, Los pliegues ocultos es literatura sin dimensiones. Literatura, y punto. Ese arte extraño que ya muy pocos son capaces de reconocer. Porque el libro es (o son) «las huellas que no he pisado», sin duda porque posee «las llaves de todas las tumbas» ya que «sólo te duele el vacío». Y encontrarán a Borges y a Sylvia Plath (mi divina suicida: «Tenfingers shape a bowlfor shadows») y a Artaud, porque, ¿qué duda cabe?, también descubrirán que «el perfil arrugado de tus pezones ofreciéndonos la gramática de la vida». Léanse Los pliegues ocultos y después, de inmediato, beban una copa de Vega Sicilia quince años.
Etiquetas: Literatura
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