el revoltijo
La Telaraña en El Mundo.
Leo en un suelto que los candidatos de Unitat per les Illes firmarán contratos con entidades cívicas y particulares -contratos con la ciudadanía, los llaman- comprometiéndose a defender sus nobles causas perdidas allá donde los molinos se les antojan gigantes, en el Congreso, en el Senado y aún más allá. En donde sea. Es tan atractiva esta política con ínfulas notariales, este servicio a domicilio, este simulacro de menú a la carta y sin rebajas, que ya pueden vanagloriarse, como mínimo, de que el artista Miquel López Crespí -mediante un solemne comunicado, marca de la casa- haya manifestado su apoyo a la coalición nacionalista. Están salvados. Con semejante adhesión inquebrantable presiento que no es menester que me moleste en mandarles al garete. No lo haré. Que lo hagan las urnas.
Craig Venter ha logrado construir el genoma de una bacteria, el ser vivo más pequeño capaz de reproducirse. Por ahí empezó la vida y puede que también por ahí se nos escape. La bioquímica tiene su aquél algo perverso. Yo no sé muy bien lo que es un genoma ni si, ante su evidencia, los nacionalistas acabarán convirtiendo su hábitat natural -una probeta, un tubo de ensayo, una bolsa amniótica- en territorio de alguna nueva nación. Por la vía del artificio se puede llegar a cualquier parte.
De momento, Pere Sampol nos avisa de que un país -se supone que el suyo- puede dejar de existir si no tiene quien crea con devoción en él y lo defienda por sobre todas las cosas. En eso tiene razón. La fe, igual que mueve montañas, crea pueblos, países, naciones, etnias y hasta genomas artificiales, pequeñas nebulosas que pronto serán agujeros negros y luego quién sabe. ¿El vacío? ¿La vuelta al pleistoceno? Las perspectivas abruman porque está más que claro que a esta gente no le importa que la libertad -como el arte, la lengua o la cultura- sean conceptos extraterritoriales. La inquisición sólo precisa de guillotinas y amplias plazas públicas donde reunir a la plebe. Es lo que están haciendo.
Leo en un suelto que los candidatos de Unitat per les Illes firmarán contratos con entidades cívicas y particulares -contratos con la ciudadanía, los llaman- comprometiéndose a defender sus nobles causas perdidas allá donde los molinos se les antojan gigantes, en el Congreso, en el Senado y aún más allá. En donde sea. Es tan atractiva esta política con ínfulas notariales, este servicio a domicilio, este simulacro de menú a la carta y sin rebajas, que ya pueden vanagloriarse, como mínimo, de que el artista Miquel López Crespí -mediante un solemne comunicado, marca de la casa- haya manifestado su apoyo a la coalición nacionalista. Están salvados. Con semejante adhesión inquebrantable presiento que no es menester que me moleste en mandarles al garete. No lo haré. Que lo hagan las urnas.
Etiquetas: Artículos
1 Comments:
El conocimiento científico en manos (políticas) equivocadas puede ser nefasto. Si llegásemos a crear seres humanos genéticamente modificados, es decir, nuevas especies humanas mejoradas, podría darse el caso de recién nacidos haciendo el saludo Nazi. Por decir una exageración.
Revisando el resto del post , sólo diré que las urnas los protejan del amenazador agujero negro.
Saludos.
Publicar un comentario
<< Home