metro a metro
La Telaraña en El Mundo.
Todo suele empezar con un pergamino y unas claves manuscritas en alguna lengua indescifrable. Así, Jules Verne consiguió en su libro “Viaje al Centro de la Tierra” introducir al profesor Lidenbrock en el interior del volcán Sneffels, en la lejana Islandia, y conducirlo a través de los mundos olvidados del subsuelo –ese aire de lava y tiempo detenido, ese hogar atestado de pesadillas y monstruos antediluvianos, esa brillante mezcla de imaginación, intuiciones alquímicas y viejas conjeturas sobre la teoría “intraterrestre”- hasta la vecina Stromboli, en pleno Mediterráneo. Habían entrado por un volcán y salido por otro, el Etna.
Ese sí que es un viaje subterráneo y no el que a partir de hoy mismo –un año y veintiocho millones de euros más tarde- nos ofrece Francesc Antich desde el Parque de Las Estaciones hasta los laboratorios repletos de polvorientos arqueólogos y lingüistas de la UIB, gracias a la lenta resurrección del Metro de Palma, garantizado –ahora sí- contra todo tipo de inundaciones, corrimientos de tierras y hasta filtraciones. No sé si para ese desplazamiento se precisaban tantas alforjas, ni si será prudente desafiar las fuerzas ocultas del magma terráqueo, pero bueno. Ya se verá.
Lo importante es engordar el inventario y transmitirnos que se hace algo. Yo creo que sí se hacen muchas cosas. Se permite, por ejemplo, que ERC convierta la tranquila profesión de funcionario en una actividad de alto riesgo. Melcior Galmés –hay que ver lo que se parece este hombre al cómico que nos representó en Eurovisión- anda contratando empresas de formación para deformar, a fondo, las necesidades formativas del personal. O algo así, porque el galimatías sólo se explica cuando se palpan las ansias de intrusión ideológica, de infección y parasitismo de estos recién llegados a la corte del poder. Llegaron para quedarse pero, por si la política los descabalga, siempre les quedará la plaza funcionarial desde la que seguir ladrando, metro a metro, palmo a palmo. Es un alivio.
Ese sí que es un viaje subterráneo y no el que a partir de hoy mismo –un año y veintiocho millones de euros más tarde- nos ofrece Francesc Antich desde el Parque de Las Estaciones hasta los laboratorios repletos de polvorientos arqueólogos y lingüistas de la UIB, gracias a la lenta resurrección del Metro de Palma, garantizado –ahora sí- contra todo tipo de inundaciones, corrimientos de tierras y hasta filtraciones. No sé si para ese desplazamiento se precisaban tantas alforjas, ni si será prudente desafiar las fuerzas ocultas del magma terráqueo, pero bueno. Ya se verá.
Lo importante es engordar el inventario y transmitirnos que se hace algo. Yo creo que sí se hacen muchas cosas. Se permite, por ejemplo, que ERC convierta la tranquila profesión de funcionario en una actividad de alto riesgo. Melcior Galmés –hay que ver lo que se parece este hombre al cómico que nos representó en Eurovisión- anda contratando empresas de formación para deformar, a fondo, las necesidades formativas del personal. O algo así, porque el galimatías sólo se explica cuando se palpan las ansias de intrusión ideológica, de infección y parasitismo de estos recién llegados a la corte del poder. Llegaron para quedarse pero, por si la política los descabalga, siempre les quedará la plaza funcionarial desde la que seguir ladrando, metro a metro, palmo a palmo. Es un alivio.
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