LA TELARAÑA: las catástrofes

lunes, julio 7

las catástrofes



La Telaraña
en El Mundo.




En el plano de Palma localizo algunas barriadas como Son Dameto, Son Vida o Son Oliva. Hay más, pero me falta Son Banya. No sé si esto explica la demora con que el Govern, finalmente, ha acabado enviando policías de verdad a ese lugar donde el dinero circula con la facilidad de una limusina o la heroína se desboca en las venas destrozadas de un enfermo de soledad, desesperación o vértigo. Quizá las tres cosas.

Pero no hay apuro. De todo, como de las crisis, o no se sale o se sale reforzado. La otra noche asistí a un maratón cinéfilo sobre el Apocalipsis: 2012 Doomsday, The Black Hole y Doomsday. Las tres se resumen en una catarsis de catastrofismo redimido por la fe en la ciencia o en alguna religión exótica. Virus, tribus mutantes y poderes corruptos que, más que ciencia ficción, son normalidad y barbarie. Algo similar a la recurrente unidad científica de la lengua, de la que descreo porque no defiendo la unidad -científica o no- de nada sino todo lo contrario: la insignificancia última de la diversidad, el valor de la lujuria tribal en torno a la hoguera, el cántico simultáneo de todas las lenguas y sus fuegos sagrados, el caos, la orgía, la reunión en el absurdo donde nada significa lo que debiera sino otra cosa, o ni eso. Qué bien sienta una breve digresión sin más motivo que su sonrisa, espero.

Pero los sectarios no libran. Así las juventudes del PSM critican el apoyo de Rafael Nadal o Pau Gasol al Manifiesto por la Lengua Común. Está feo descalificar a los demás por sus afectos. No es raro, tampoco, que algunos suban, voluntariamente, a un tren y luego se bajen cuando les plazca, pero para eso están los trenes, para embarcarse sólo mientras la travesía resulta agradable y la brisa y la conversación amenas. Ahora recuerdo dos viajeros de quita y pon: Gamoneda y Ramoncín. El primero sigue donde siempre, en la mesilla nocturna de Zapatero, y del segundo esperamos que pronto nos deslumbre, definitivamente, con el auténtico y oficial Himno de la SGAE. En eso está.

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