LA TELARAÑA: universidades

lunes, agosto 4

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La Telaraña en El Mundo.




El oficio de escribir incluye atender a las reacciones del lector y sorprenderse, de vez en cuando, con el interés de algún extranjero –lejano, pero próximo, cómplice- por traducir alguno de mis textos. Me ocurrió en 1992 con Marcel Hennart, en 2006 con el Doctor por la Universidad de Lovaina, Fa Claes, y hace tan sólo unos días con la aparición de la Revista «Innuits dans la Jungle» –colección dirigida por Jacques Darras, en realidad, un libro bastante grueso- donde se incluye una traducción de veinticinco poetas españoles. Ahí es nada, coincidir con Siles, Gamoneda, Veyrat, Gimferrer, Carnero, Colinas o Brines… La suerte lleva aquí el nombre de la traductora, Françoise Morcillo, catedrática de literatura en la Universidad de Orleáns. Hay universidades que sí se ocupan del español. Igual que la UIB.

Margalida Tous –regente de Política Lingüística- ha conseguido poner a Air Berlín en el ojo de la mimesis nacionalista. Hay ojos para todos, ojos que no ven más allá de sus pestañas y ojos enloquecidos que se extravían por los barrancos. Joan Laporta ha negado a su equipo viajar en esa compañía. El Govern le aplaude. ERC le aplaude. Yo, que no apoyaré a ninguna aerolínea hasta que no amplíen el patio de butacas, me recuesto en la mía y les dejo hacer. Son puro circo.

Mientras tanto, las noticias nos traen imágenes de chicas que se pegan como si fueran chicos. Igual lo son o acabarán siéndolo. Bárbaros varones. Su abrazo a muerte nos parece nuevo, pero no lo es, y original, pero tampoco. Nos ofrece la misma violencia de siempre, el mismo perfil mediático en las salas podridas de energúmenos de YouTube, ese celuloide de todos, ese ojo desvelado y borroso de los móviles, esa sucia mirada de algunos. Esto es la decadencia y el mal gusto, es el ritmo de la palabra -su silencio esencial, sus pausas, su melodía- usurpado por el ruido de los golpes, los gemidos del dolor, la impotencia de la víctima y el trabajo siempre inacabado del verdugo. Sólo hay frustración. No hay más.

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