la república sin ideas
La Telaraña en El Mundo.
Pasó el 14 de abril, una de esas ilustres fechas en las que la nostalgia, la erudición y la ignorancia se alían, cruelmente, en pos de algún sucedáneo de la realidad, de alguna comparación –en absoluto odiosa, sino inútil- que convierta el recuerdo de la efemérides en la prueba de que alguna vez fuimos mejores. Nada de eso. Siempre fuimos los mismos, con iguales virtudes y defectos, similar carga de incertidumbre y humanidad, de abismo e insuficiencia.
Esto es, con precisión metafórica, lo que sucede cuando no se puede soportar la realidad entera; que se la intenta sustituir, pese al desmayo, por sus fragmentos y figuraciones, por sus iconos y fractales más vistosos. La España real se disuelve en otra, quizá alquímica, y en ese proceso de ebullición destemplada –ideológica, pero sin ideas- nos quedamos sin nada. Es lo que hay. Retales. Efluvios. Nada.
Mientras tanto, los desocupados y turistas de Palma –aunque los primeros les superan- podemos constatar que las vías y plazas se han convertido en un trasiego de bandas folklóricas al abrigo exhibicionista de una identidad que cuanto más se proclama, más se diluye. Los Muy Honorables Antich y Calvo y el Honorable Miquel Nadal –nótese la gradual- presiden el comité de honor de este Festival Mundial de Danzas. El folleto del evento, como la ciudad, asemeja un sarpullido. Da gusto rascarlo y ver, al fin, cómo y cuánto baila. Bailamos.
Esto es, con precisión metafórica, lo que sucede cuando no se puede soportar la realidad entera; que se la intenta sustituir, pese al desmayo, por sus fragmentos y figuraciones, por sus iconos y fractales más vistosos. La España real se disuelve en otra, quizá alquímica, y en ese proceso de ebullición destemplada –ideológica, pero sin ideas- nos quedamos sin nada. Es lo que hay. Retales. Efluvios. Nada.
Mientras tanto, los desocupados y turistas de Palma –aunque los primeros les superan- podemos constatar que las vías y plazas se han convertido en un trasiego de bandas folklóricas al abrigo exhibicionista de una identidad que cuanto más se proclama, más se diluye. Los Muy Honorables Antich y Calvo y el Honorable Miquel Nadal –nótese la gradual- presiden el comité de honor de este Festival Mundial de Danzas. El folleto del evento, como la ciudad, asemeja un sarpullido. Da gusto rascarlo y ver, al fin, cómo y cuánto baila. Bailamos.
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