LA TELARAÑA: el show de la muerte

lunes, julio 13

el show de la muerte

La Telaraña en El Mundo.




Anda la memoria –si anda- tan justa de entendederas, tan anecdótica y lisiada que, con el paso del tiempo –que es el más escurridizo de los lugares- todo acaba convirtiéndose en Memoria Histórica, en perífrasis urgida de enormes mayúsculas, en pretexto ideal para la demolición, sustitución y el inmediato recambio de los arquetipos. Otra simbología releva a la anterior con su misma y efímera vacuidad. Otro paradigma restablece las conciencias en cortocircuito y, entonces, los muertos rescatados del olvido recuperan la paz eterna. Qué hermoso.

Así, pues, no extraña que Aina Calvo, tras volatizar el obelisco –qué infamia de falo- de los veintinueve jinetes de Alcalá, haya encargado, aunque no creo que a Pricewaterhouse Coopers, un nuevo estudio técnico –otro- que le permita deshacerse del monolito –también muy fálico, no nos engañemos- en memoria de las víctimas del crucero «Baleares», hundido hace 71 años en aguas del Cabo de Palos. Hay que ver cuánto nos motiva la muerte. Es increíble.

Pero tampoco tanto. La televisión retransmite la muerte a todas horas. La muerte rápida de un corredor entre las astas de un toro igual que la muerte interminable –agónica, tumultuosa y ridícula- de Michael Jackson. Alguien ha dicho que el finado hubiera levitado con sus funerales. Sin duda. Sobre todo, porque ya llevaba muchos años levitando. Y al final todo acaba cayendo por su propio peso. O casi.

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