inaugural de El bálsamo de la indiferencia (calima, 2008)
Recinto de Voces
I
[ Estaban los objetos esperando un nombre
y les fue dado aquél
-el abrazo del hule y desde entonces la asfixia ]
Hay en la piedra una llaga y en el labio un deseo
de besarla y decirnos, qué cercanos
estuvimos del mundo y sin embargo,
qué escurridizo el tacto, qué insensibles la piel
y la mirada, qué vacío el aire entre nosotros
y las hojas, las fuentes, los nidos insondables,
el vientre oval que surcan las palabras
antes de regresar al silencio y esconderse adentro.
Aquí nos convertimos en sombras horizontales
echadas como brasas en la tierra. Del fuego
honramos su ceniza y nos asombra
la oscuridad alible del agua cristalina.
[Nunca le dirigí un reproche. Su sonrisa
era el último Dios que me quedaba ]
Hay en la piedra una llama y en la luz un perfil
de muro vacilante, de yedra tenue,
de paisaje enfrentado al capricho y a las mutaciones.
[Desde siempre lo supe. Escribo
porque temo a la muerte
-callejear sus plazas desiertas y luego olvidarlas ]
Etiquetas: Creación
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