«Vuelva usted mañana»
La Telaraña en El Mundo.
Me sumo a la cola del paro -radial y ubicua, inmóvil, tensa- sin expectativa alguna de alcanzar el sombrío éxtasis -literario, kafkiano- del demoledor «Vuelva usted mañana». Mañana no existe. Me sumo a su aire desencantado, a su fiebre cincelada a base de plazos de usura, a su agónico viaje a ninguna parte. No nos espera el paraíso. Sus bulevares no existen y sus sombras cautivas destilan un aire extraviado a esperanza rota, ese juego de niños que aún no se saben huérfanos. Quizá sea mejor así.
Me sumo al baile de las fechas y cifras como si el andamiaje de la burocracia fuera algo más que una parodia. No lo es. Acaba de entrar en vigor una ley del Govern que nos permite acudir -en su caso- hasta los mismísimos tribunales de Justicia en busca del mínimo sustento, del techo digno y la fría resolución matemática de la supervivencia. Quizá el calor humano se esconda ahora bajo las togas y los birretes. Bajo las vendas ciegas -y la herida incurable- de la equidad, esa conjura. Todo resulta raro. Muy raro.
Tanto, que ahora el Govern planea recomprar lo que malvendió, Can Domenge. No es un mal lugar para sepultar las colas del paro y acoger a los desahuciados, para repartir víveres y manuales bilingües y reciclables de últimos auxilios. Ya sólo falta que -como hace Calvo antes de no hacer nada- Antich y su corte encarguen a la UIB un sofisticado estudio de viabilidad. Estamos salvados.
Me sumo a la cola del paro -radial y ubicua, inmóvil, tensa- sin expectativa alguna de alcanzar el sombrío éxtasis -literario, kafkiano- del demoledor «Vuelva usted mañana». Mañana no existe. Me sumo a su aire desencantado, a su fiebre cincelada a base de plazos de usura, a su agónico viaje a ninguna parte. No nos espera el paraíso. Sus bulevares no existen y sus sombras cautivas destilan un aire extraviado a esperanza rota, ese juego de niños que aún no se saben huérfanos. Quizá sea mejor así.
Me sumo al baile de las fechas y cifras como si el andamiaje de la burocracia fuera algo más que una parodia. No lo es. Acaba de entrar en vigor una ley del Govern que nos permite acudir -en su caso- hasta los mismísimos tribunales de Justicia en busca del mínimo sustento, del techo digno y la fría resolución matemática de la supervivencia. Quizá el calor humano se esconda ahora bajo las togas y los birretes. Bajo las vendas ciegas -y la herida incurable- de la equidad, esa conjura. Todo resulta raro. Muy raro.
Tanto, que ahora el Govern planea recomprar lo que malvendió, Can Domenge. No es un mal lugar para sepultar las colas del paro y acoger a los desahuciados, para repartir víveres y manuales bilingües y reciclables de últimos auxilios. Ya sólo falta que -como hace Calvo antes de no hacer nada- Antich y su corte encarguen a la UIB un sofisticado estudio de viabilidad. Estamos salvados.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
En el año de bicentenario de Larra, ya no nos queda ni eso. El viejo consuelo del "mañana será otro día" se ha convertido para muchos españoles en un suplicio: sí, será otro día para luchar por la supervivencia.
Lo de ZP y los 420 euros ha sido también surrealista. Primero te digo que sí, que luego que no; y luego del todo, te digo que te lo tendría que haber explicado. El otro día vi a Pepe Blanco (le sigo desde que dijo que no había dicho que apoyaba a Obama en las elecciones para no influir en el voto; creo que fue un gran gesto por su parte) diciendo que sí, que lo deberían d haber explicado antes de armar el taco. Pero bueno, decía, hay unos requisitos como para todo en la vida. Otra gran verdad, como la de Obama...
Abrazo y buen fin de semana.
Sí, que fue un gran gesto el de Pepiño. Si llega a decirlo igual cambia el curso de la Historia:-P
Abrazos sudorosos!
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