«Walk on the wild side»
La Telaraña en El Mundo.
Llevo días con un fuerte catarro. Es lo que tiene fumar a la intemperie, en los zaguanes gélidos de los bares o en la zona muerta -tan concurrida, ahora, como una tertulia de exiliados en país ajeno- de los pórticos y los escaparates, justo frente al umbral de lo prohibido y justo en su filo, cerca, muy cerca de donde se reúne y comercia la gente sin más humos que su aliento, pero no ahí, sino en su envés, en el otro lado, el del borrasca y el destierro, el de la mirada perpleja, pero cómplice, el «wild side» que cantaba Lou Reed, mientras un saxo nos rompía el corazón y los tímpanos, el pecho y los pulmones, el lado salvaje, la puta calle.
Pero la fiebre y la provisión de analgésicos, el temblor y los pañuelos arruinados no hacen sino protegerme de la otra música y el otro humo. Afuera rugieron los mártires de Sant Sebastià, como si se hubiera abierto la veda de las hogueras y lapidaciones, el lento goteo de grasa por entre las comisuras de los labios, la ceniza, el tizón y la leña de un atávico rumor a nada.
Así es la fiesta, cuando no nace de adentro sino de una comisión de iletrados promotores de un desvarío cualquiera. El que sea. Porque si me apeteciera quemar algo -que no es el caso- me iría al Senado. Allí, al menos, entre la orgía de los traductores y la barbacoa de las lenguas, podría degustar la cruda realidad y su ahumado sabor a estupidez, a locura, a bruma. O a broma.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
Ánimo, Juan. "El «wild side» que cantaba Lou Reed", dice. ¿‘Walk on the Wild Side’, de Lou Reed? Albert Pla hizo una versión memorable de esa canción: ‘El lado más bestia de la vida’. Como ya he dicho en alguna ocasión, ya puestos, prefiero otra canción de Pla: ‘El gallo Eduardo Montenegro’. La letra me encanta y la historia que cuenta, más. ¿Y la moraleja? San se acabó, dice Pla.
Juan, no se irrite con los pinganillos: da trabajo. Algunas de las mejores novelas recientes de la España contemporánea tienen como protagonistas a traductores simultáneos.
San se acabó.
Cierto, amigo Justo, san se acabó ese viaje por el lado salvaje. Lo demesticaron, me temo. Aunque me alegro de saberlo -y hasta de que así sea- desde hace ya tiempo. "No regreses donde fuiste feliz", dice otra cancioncilla que ahora regresa a mi memoria y me transporta a tantos sitios donde fui feliz, creo, y pienso, por supuesto, regresar, pese a los pinganillos y hasta las moralejas, pese a las advertencias y, sobre todo, pese a las certezas. Pese a todo;-)
Un abrazo!
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