LA TELARAÑA: La Historia, entre besos

lunes, junio 27

La Historia, entre besos

La Telaraña en El Mundo.

La pasada semana, el mundo se detuvo mientras Scott Jones parecía besar a su novia, Alex Thomas, entre la niebla, el ruido y el polvo de los antidisturbios cargando contra la muchedumbre en Vancouver, Canadá. El hecho no fue tal, pero existe una foto que lo muestra. Su autor, Rich Lam, quizá no pase a la historia como sí ya lo hizo Alfred Eisenstaedt, uno de los dos fotógrafos de otro beso ilustre y alejado en el tiempo. Agosto de 1945. Algarabía en Times Square. Un marine besa con pasión a una enfermera y el mundo también se detiene. Un beso es sólo un beso. O dos. Incluso el de Judas. Pero nada puede competir con la sagrada y silenciosa irrupción de un beso.
Por eso la Historia siempre regresa a esos instantes detenidos y se reescribe en ellos, abriendo, igual que cerrando, sus periodos de éxtasis, tregua o colapso, como si Breznev y Honecker se hubieran besado alguna vez -la prueba está expuesta en la East Side Gallery- y así siguieran, enlazados, como en un ósculo eterno. Sus dos países, y el telón del terror en ambos, ya no existen sino en ese beso.
Sólo existimos, pues, en los besos que dimos y en los que, con suerte, aún daremos. Pero me cuidaría muy mucho de besar a según quién. No quisiera quedarme atrapado en unos labios ajenos y que el mundo siguiera girando sin atender a mi asfixia. O sí. Si hay que morir por algo, acaso hacerlo por un beso no sea la peor de las maneras.




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