LA TELARAÑA: La Quimera del Oro

sábado, febrero 18

La Quimera del Oro

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree justo que los sindicatos reciban subvenciones de los gobiernos de turno?


Sí. Supongo que las subvenciones nacieron, quizá a modo de mecenazgos substitutivos, cuando los auténticos mecenas empezaron a escasear o a desaparecer por completo, tal que ahora, para que todos aquellos proyectos sin viabilidad económica, pero sí social, cultural o simplemente humana, pudieran salir adelante. A duras penas, a trancas y barrancas o, incluso, a contracorriente. Para que las buenas ideas -que son las que nos hacen, de algún modo, mejores- no embarrancasen como el «Maverick 2» en plena isla de Formentera convertida, vaya dislate, en puntual arrecife. Esa maniobra deberán, aún, explicárnosla. La de seguir subvencionando a los sindicatos, también. Toca, pues, hilar muy fino.
La vieja guerra entre el Capital y el Trabajo viene abriendo trincheras desde la revolución industrial que no tuvimos. Pero en esas zanjas -de tanto escarbar en busca de rentas y franquicias- se nos han helado hasta los pensamientos y ya no hay dialéctica que nos permita regresar al principio, al lugar del estallido donde el mercado se convirtió en algo más que en un trueque y la vida dejó de tener sentido más allá de la rueda infernal del consumo. De la fábrica al sueño reparador y viceversa para, con el tiempo, encomendarnos al engaño de los ahorros latentes y la especulación en las lonjas del dinero y en el aire virtual de las bolsas, las corredurías de los sueños y, al fin, de los fracasos, las penalidades y el hambre. La pobreza de vuelta, porque nunca llegó a abandonarnos y, mientras tanto, todo fue ilusión y fue espejismo. La Quimera del Oro. Tiempos modernos. Cosas así.
Nos queda, ahora, lo más difícil, que es justificar el gasto de un dinero a cambio de no se sabe muy bien qué. ¿Qué ofrecen a la sociedad los sindicatos? Si hubiera que explicarlo tomando a Lorenzo Bravo como principal referente, la respuesta es bastante obvia. Nos ofrecen paz social y aborregamiento, si el dinero lo pone el Pacte, y nos ofrecen insultos, amenazas de huelga y hasta noches iluminadas de contenedores en llamas y cristales rotos, si el dinero no lo pone nadie o si lo pone, aunque sea a regañadientes, el PP. Pero hay vida más allá de Bravo y de sus bravuconadas. Hay vida más allá del STEI-i y sus cruzadas paralingüísticas. Hay vida más allá de la propia vida. Y si no la hay, paciencia. Al fin y al cabo, tan sólo se trata de dinero. Que les aproveche.

Etiquetas: