LA TELARAÑA: El sudor del de enfrente

viernes, septiembre 16

El sudor del de enfrente

La Telaraña en El Mundo.

 Se me ocurre abrir algunos interrogantes que no acabo, por desgracia, de cerrar. Cada uno es como es o como le han hecho, quizá, las circunstancias. Pero hay demasiadas cosas que no entiendo. ¿Cómo es posible que, con su dilatado historial, la que le está cayendo y la que, de seguro, le va a caer, Rita Barberá tenga todavía humor y arrestos para aferrarse a su escaño en el Senado? ¿Cómo, también, que Mariano Rajoy no se harte de todo, de tanta investidura fallida y tanta corrupción más o menos familiar, por ejemplo, y decida dimitir, como haría cualquiera, creo, que antepusiera su dignidad a mil otras cuestiones menores? ¿Cómo es posible, asimismo, que Pedro Sánchez acumule debacle tras debacle electoral y no se le ocurra otra salida política sin salida que ese no archirrepetido y persistente, descerebrado, castrante?

 Son sólo tres personajes, casi tomados al azar, de una actualidad que da más grima que otra cosa. En las islas la situación no mejora sustancialmente. ¿Nos importan algo las explicaciones que Francina Armengol dará en comisión secreta del Parlament sobre el ático del millón ridículo de euros? ¿Lo que diga mejorará nuestra opinión sobre la turbadora ingeniería financiera de Sa Nostra? ¿Nos preocupa que Jaume Matas, otro que parece volver, pero que nunca se había ido, trueque la frialdad metálica de la cárcel por la delación generalizada y a tumba abierta, contra corriente? No sé yo, pero hay películas que, de tanto verlas, ya no nos las podemos creer. Nos aburren solemnemente.

 Pasa, sin embargo, que acabamos presintiendo, entre bostezo y bostezo, que la culpa de todo la tiene la formación, la falta de formación general y, sobre todo, particular, en este caso. ¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de los políticos que nos representan carezcan de algún tipo de historia personal de éxito que pueda identificarlos profesionalmente, al margen de su meteórica o sudorosa ascensión en las listas cerradas del partido, su aferramiento a las filas prietas del sectarismo ideológico, a la comodidad tétrica del escaño, al exuberante cargo digitalizado, a la fructuosa asesoría vitalicia y hasta hereditaria si se tercia?

 Hay que sobrevivir, qué duda cabe, y no están los tiempos como para confiar, exclusivamente, en el propio sudor de la frente para salir adelante. Es triste, en efecto. Es descorazonador, también. Es patético, en fin, que los más cínicos integrantes del círculo infernal de la política y sus allegados hayan cambiado la vieja, pero justa e igualitaria, maldición bíblica por un nuevo lema (parabólico y paradojal, por supuesto) que creía haber leído en Twitter, pero no. Es el título de una novela, que no conozco, de Patricio Chamizo: «Ganarás el pan con el sudor del de enfrente».


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