LA TELARAÑA

miércoles, mayo 21

Fragmentos inalámbricos


Quiso anudarse a la belleza, estrangularse con sus filamentos dorados en las telarañas geométricas del pensamiento.

Construyó un universo de andamios transparentes y relojes detenidos, un templo de arenisca y metáforas volátiles.

Quiso poseerla con tanta atención y sigilo, que se obligó a tañer las cuerdas vocales del silencio para no dañarla.

Dicen que la perdió mientras dormía. Tal vez un simple ronquido tuvo la culpa. ¿Por qué no?


***


Una de las argucias de los solitarios es buscar a los demás en sí mismos. Hay algo de falacia en tal proceder. Pero también mucho de humano y verdadero. En cualquier caso, si alguien se encuentra en mis palabras, que siga buscando por favor.


***

Quiebra una voz sus semejantes; igual, la luz divide la oscuridad en franjas entrelazadas de silencio, perplejidad y arrobo. Y en ese registro premeditado de cuerdas musicales, en ese conflicto aleatorio en la garganta, un nudo resuelve deshacerse y se deshace y surge y dice, pero no sólo es eso. También un antes y un después le acompañan en este instante pétreo, en este ahora en que acentúa su alarido para que yo deje constancia de que existe. Y es, dice, ha dicho. Quién sabe lo que dirá.

En una sola voz se resume la locura, se crispa el aire, se inicia el vértigo. La vida se resume en esa voz.

Y para vivir hay que tener el valor suicida de apostarlo todo en cada jugada.


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