Proyecto de prólogo, simples apuntes todavía por desarrollar, para la edición en papel del libro El que sostiene la palabra, de Marcos Vieytes. Aquí podéis conseguir la versión en pdf ( que por supuesto está mucho menos trabajada que la impresa, pero vale como muestra, algo es algo, no? ;-)
No hay poema en los renglones cortados ni tampoco en las palabras solas.
No lo hay en la simple enunciación aleatoria de alguna emoción suspendida en mitad del vacío (...) Pero sí más allá, donde las exigencias son insalvables (...) y la estructura -composición, cercandanza- busca sustento y se sostiene sobre alguna telaraña que fije sus frágiles coordenadas: esa búsqueda de ruinas petrificadas por el asombro o la ceguera, lápidas con el dibujo indeleble de tantos deseos incumplidos, cadáveres que ya sólo son sonrisas o sombras hastiadas, furtivas, que buscan su origen y temen por su desenlace.
No hay poema sin tiempo y medida. Sin equilibrio, ruptura o pasión: ese juego mortal, esa rotación de pliegues, ese ombligo de silencio.
Así avanza el conocimiento y el poeta descubre sus pausas: El que carece de palabras Alza la voz, nos dice Marcos Vieytes, sabiendo que la anécdota tiene doble filo. Todos carecemos, en ocasiones, de palabras o las que tenemos no nos sirven; parece entonces que la realidad se nos quisiera escapar... pero no es así. No puede serlo. La realidad del poema reconstruye la otra realidad, la que los sentidos no alcanzan, la que las explicaciones no culminan, la que sólo el poeta alcanza a sugerir.
Este libro acaricia la resbaladiza superficie de las cosas con la hondura precisa (....) y así la paradoja de la creación repite su prodigio: ese eco ¿de dónde regresa?...
No hay poema en los renglones cortados ni tampoco en las palabras solas.
No lo hay en la simple enunciación aleatoria de alguna emoción suspendida en mitad del vacío (...) Pero sí más allá, donde las exigencias son insalvables (...) y la estructura -composición, cercandanza- busca sustento y se sostiene sobre alguna telaraña que fije sus frágiles coordenadas: esa búsqueda de ruinas petrificadas por el asombro o la ceguera, lápidas con el dibujo indeleble de tantos deseos incumplidos, cadáveres que ya sólo son sonrisas o sombras hastiadas, furtivas, que buscan su origen y temen por su desenlace.
No hay poema sin tiempo y medida. Sin equilibrio, ruptura o pasión: ese juego mortal, esa rotación de pliegues, ese ombligo de silencio.
Así avanza el conocimiento y el poeta descubre sus pausas: El que carece de palabras Alza la voz, nos dice Marcos Vieytes, sabiendo que la anécdota tiene doble filo. Todos carecemos, en ocasiones, de palabras o las que tenemos no nos sirven; parece entonces que la realidad se nos quisiera escapar... pero no es así. No puede serlo. La realidad del poema reconstruye la otra realidad, la que los sentidos no alcanzan, la que las explicaciones no culminan, la que sólo el poeta alcanza a sugerir.
Este libro acaricia la resbaladiza superficie de las cosas con la hondura precisa (....) y así la paradoja de la creación repite su prodigio: ese eco ¿de dónde regresa?...
Etiquetas: Literatura
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