En el hueco más oscuro de la escalera compartíamos la fatiga y el reflejo lento de la sangre líquida. Te hablaba al oído de los tentáculos de la Quimera y sé que cuando sonaban las sirenas te dibujaba silenciosas hélices con forma de sonrisa - o de alarido desfigurado por el pánico y esa estampida de labios.
Quizá le robaba así un abrazo al miedo, ya no recuerdo.
Luego el placer era enseñarte esas líneas que escribía para ti sabiendo que no ibas a leerlas. Las escribía sólo por eso.
Quizá le robaba así un abrazo al miedo, ya no recuerdo.
Luego el placer era enseñarte esas líneas que escribía para ti sabiendo que no ibas a leerlas. Las escribía sólo por eso.
Etiquetas: Literatura
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