LA TELARAÑA: la identidad de los burros

sábado, junio 30

la identidad de los burros

La Telaraña en El Mundo.


Y esta es la versión extendida y original del artículo. Lo tuve que podar para que cupiera en el espacio disponible los sábados. (No es un mal ejercicio comprobar el juego de las diferencias)



Desde siempre nos creímos parte de la Vía Láctea. En ella pacieron nuestros mejores sueños poéticos. Allí creímos encontrar un lugar en el Universo, un lugar con nombre. Allí buscaron su inspiración algunos versos de Rilke y Eliot, la hipocondría de Juan Ramón, la resistencia de Aleixandre, la ternura de Ungaretti, la vena profética de Nerval o los viajes de Tòfol Serra. Pues no. Ahora los investigadores concluyen que la Tierra ya no pertenece a la Vía Láctea sino a otra constelación llamada Sagitario, que está siendo engullida por la anterior. Nuestra identidad se desvanece y nos devora. Ya podemos dar tumbos. La identidad no muere, sólo se transforma. De ahí la inconsistencia de los nacionalismos identitarios y la nadería de las soflamas de la lengua, de la sangre o del sexo. El vacío corteja la relatividad. Todo es música.

La primera petición al Pacte llegó de Ben Amics, reclamando que el Ib-Salut costee las operaciones de «reasignación de sexo». Si el eufemismo significa la reparación de algún error biológico habrá que aceptarlo en el contexto de una Sanidad universal y gratuita. Esa es la cuestión. Mientras tanto, guardo una carcajada un tanto triste para los que no dudan en calificar de “homófobos” a los que, no siendo homosexuales, tampoco apoyamos las políticas de normalización. Sólo se normaliza lo anormal, así que ellos sabrán de qué hablan. Qué pesadilla, cuál, habitaron.

La diversidad es ajena a las actividades de la Alianza de Sexualidades en la UIB o la orgullosa Nación Gay de Chueca, su afiliación a las ideologías más blandas de la socialdemocracia, su voluntad de exhibición y nunca de reflexión. Ojeen el cómic de Nazario, Alí Babá y los 40 maricones. Según Zapatero y Antich es un buen manual para la educación en valores de los alumnos de ESO. ¿Será porque ilustra, con los genitales de un burro, sobre la importancia del tamaño, ese tópico redivivo? Vale. Guay. Nos quieren “matar a pollazos”. ¿Reírles la gracia o la provocación les ayudará en algo? Pues no.

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