bucólicos
La Telaraña en El Mundo.
Según se mire me falta –o me sobra- espacio, en esta salteada columna para desmitificar las posibles diferencias –de aura, de estilo, de lirismo y hasta de mitología- que pudiera haber, a estas alturas de la historia, entre la izquierda y la derecha políticas, esa curiosa extrapolación de los contrarios que buscan anularse aun sabiéndose condenados a compenetrarse. Diferencias, las hay, por supuesto, pero no suelen coincidir con las que su respectivos fieles, tan crédulos como acríticos ellos, suelen sostener en sus ingenuas bacanales dialécticas. Al final todo se reduce a mucho ruido de cristales rotos. Mucho vacío sin sentido. Mucha inteligencia dispersa y seducida. Mucha confusión entre realidad y deseo.
El tormento bucólico habitual de Biel Mesquida acarreaba, con especial énfasis el pasado viernes, un preludio sarcástico pero revelador de la situación. Empezaba sus ingrávidas reflexiones de diseño con un párrafo memorable. “Escric amb l´alegria d´uns governs d´esquerres salvadors”. No sé qué fuma este hombre pero hay que ver cómo el acné de los estados de ánimo engendra tumultuosos paraísos donde sólo acechan solitarias sombras negras como corceles espantados. Aquí el problema no es la izquierda. Tampoco la osadía de singularizar el espectro de un bloque en el que hay de todo y no poco. Aquí el problema es encargar la salvación -¿qué salvación?- a un gobierno, el que sea, cuando el único gobierno que merece tal nombre es el que no existe. O el que trata de inmiscuirse lo menos posible en la vida de los ciudadanos.
Peor lo lleva la rectora de la UIB, Montserrat Casas. Su propuesta de que Palma se integre en la red de ciudades de acogida a escritores amenazados, ICORN, nos deja rendidos, exhaustos, perplejos. Pero no hay problema, puede empezar a proteger, desde ya, la abundante nómina de escritores mallorquines en castellano marginados y hasta proscritos de los circuitos promocionales de la lengua catalana. Cuando quiera la lista se la doy.
Según se mire me falta –o me sobra- espacio, en esta salteada columna para desmitificar las posibles diferencias –de aura, de estilo, de lirismo y hasta de mitología- que pudiera haber, a estas alturas de la historia, entre la izquierda y la derecha políticas, esa curiosa extrapolación de los contrarios que buscan anularse aun sabiéndose condenados a compenetrarse. Diferencias, las hay, por supuesto, pero no suelen coincidir con las que su respectivos fieles, tan crédulos como acríticos ellos, suelen sostener en sus ingenuas bacanales dialécticas. Al final todo se reduce a mucho ruido de cristales rotos. Mucho vacío sin sentido. Mucha inteligencia dispersa y seducida. Mucha confusión entre realidad y deseo.
El tormento bucólico habitual de Biel Mesquida acarreaba, con especial énfasis el pasado viernes, un preludio sarcástico pero revelador de la situación. Empezaba sus ingrávidas reflexiones de diseño con un párrafo memorable. “Escric amb l´alegria d´uns governs d´esquerres salvadors”. No sé qué fuma este hombre pero hay que ver cómo el acné de los estados de ánimo engendra tumultuosos paraísos donde sólo acechan solitarias sombras negras como corceles espantados. Aquí el problema no es la izquierda. Tampoco la osadía de singularizar el espectro de un bloque en el que hay de todo y no poco. Aquí el problema es encargar la salvación -¿qué salvación?- a un gobierno, el que sea, cuando el único gobierno que merece tal nombre es el que no existe. O el que trata de inmiscuirse lo menos posible en la vida de los ciudadanos.
Peor lo lleva la rectora de la UIB, Montserrat Casas. Su propuesta de que Palma se integre en la red de ciudades de acogida a escritores amenazados, ICORN, nos deja rendidos, exhaustos, perplejos. Pero no hay problema, puede empezar a proteger, desde ya, la abundante nómina de escritores mallorquines en castellano marginados y hasta proscritos de los circuitos promocionales de la lengua catalana. Cuando quiera la lista se la doy.
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