la fiebre y los trapos
La Telaraña en El Mundo.
He dejado correr, tranquilos, los primeros días para asistir, al fin, a la guerrilla de las rebajas y su bosque de carteles y porcentajes, con el asombro del que nunca entendió el precio de las cosas y se deja mecer por el bullicio atropellado de su danza, como de nubes de jabón, globos de gas o pompas de humo –disculpen el impresionismo verbal, pero aún no le encontré antídoto a ese efecto secundario- envolviéndonos a todos de Jauja y de aire virgen que resulta ser desecho reciclado de uno de esos contenedores térmicos donde se incuban gripes, toses ácidas y esas ladillas con nombre de bacterias –quizá salmonellas- que nos acaban enviando de visita al hospital, cuando florecen. Tras ese cruel instante lo que antes nos parecía imprescindible se nos antoja, dado su nuevo precio, una vulgaridad ridícula. Cómo duele el desencanto. ¡Y la gramática!
Pero algo falla en este tinglado. IB3 paga millones para emitir el fútbol que vemos –gracias a su insoportable chascarrillo- en La Sexta. Calvo nos cose a impuestos mientras destina cuatrocientos mil euros al AtiarFoc. La cola del paro redobla las esquinas, pero crecen las subvenciones y el café para algunos, las lenguas rosadas relamiéndose -qué placer-, ora ensalivándose de crema o butifarra catalana, ora de cava ampurdanés y de viejos trapos o senyeras a las que jamás osaría prender fuego ni aunque me lo suplicara Joan Lladó. Que empiece él.
Nota. Esta columna tuvo 337 palabras, luego 246 y cuando creía que sólo iban a salir 178, finalmente, han cabido las 236 aquí reproducidas. Tendré que acostumbrarme -tomarle las costuras- al nuevo diseño tipográfico.
Ya lo decía no sé quién: Poda, poda, que siempre sobra... y siempre queda.
Pero algo falla en este tinglado. IB3 paga millones para emitir el fútbol que vemos –gracias a su insoportable chascarrillo- en La Sexta. Calvo nos cose a impuestos mientras destina cuatrocientos mil euros al AtiarFoc. La cola del paro redobla las esquinas, pero crecen las subvenciones y el café para algunos, las lenguas rosadas relamiéndose -qué placer-, ora ensalivándose de crema o butifarra catalana, ora de cava ampurdanés y de viejos trapos o senyeras a las que jamás osaría prender fuego ni aunque me lo suplicara Joan Lladó. Que empiece él.
Nota. Esta columna tuvo 337 palabras, luego 246 y cuando creía que sólo iban a salir 178, finalmente, han cabido las 236 aquí reproducidas. Tendré que acostumbrarme -tomarle las costuras- al nuevo diseño tipográfico.
Ya lo decía no sé quién: Poda, poda, que siempre sobra... y siempre queda.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
El podar se va a acabar... I hope so!
Abrazo
pd. Recibí ayer el primer ejemplar del libro, cuando me lleguen más te remito uno de ellos. Tanta espera para (casi) ná!
Enhorabuena por el libro. Ya sabes que el tema me apasiona:-)
Un abrazo!
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