LA TELARAÑA: las caras de bélmez

viernes, noviembre 20

las caras de bélmez

La Telaraña en El Mundo.



El viaje se sustancia en sus anécdotas. Asistir a la pelea –civilizada, es decir, marcada por el perverso prisma de la usura- entre dos taxistas por llevarte al aeropuerto, encontrarte Son Sant Joan impresionantemente vacío, en pleno mediodía de las aerolíneas en fuga, atravesar el Mediterráneo –o su cielo despejado- en un avión con más azafatas que pasajeros y desembarcar, de nuevo, en otro taxi rancio, el de un rancio taxista con la voz ronca y la bandera y el águila –esa ignominia, esa nostalgia repetida- de una España que ya sólo existe en el trasnochado salpicadero de unos pocos vehículos como ese. O eso espero.

Estoy en Valencia. Aquí se observa Mallorca –tan lejos y cerca, tan semejante- como quien se mira en un espejo deforme y, pese a los caprichos del azogue, se encuentra, y reconoce, una y mil veces. Las caras de la corrupción, como las de Bélmez, se reproducen a velocidad de vértigo y todas son la misma cara: todas las caras del universo esforzándose en ser la misma. María Antonia Munar no está sola. En realidad está muy acompañada.

Repaso sus imágenes ante los Juzgados y siento náuseas. De su sonrisa desafiante. De sus besos al aire paniaguado de su claqué de acólitos. De su mala sombra de rímel y cosa “nostra”. Mucho han tardado los científicos en descubrir que el mamífero más ilustre de las Islas, el Myotragus, tenía ramalazos de reptil. ¡Pero si salta a la vista!

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